La realidad virtual avanza en todos los campos. Es una guerra que la realidad real a menudo piensa irremediablemente perdida. El tiempo lo dirá. El turismo es la demostración de que la realidad siempre persiste. El turismo es el paradigma de la curiosidad en movimiento.
La curiosidad nos lleva a preguntar, a investigar, a evaluar, a valorar, situaciones, momentos y experiencias que llegarán a marcar nuestras vidas, hoy y siempre. Difícil que una máquina pueda sustituir toda esa experiencia. Hay que pensar en la persona, en el viajero, el turista. Y no solo pensar en él como objeto de nuestra cacería económica. Por ese camino corremos el riesgo de que el cliente se sienta como una presa totalmente controlada y manejada. Es eso lo que buscamos? Daremos así una mayor satisfacción a nuestro cliente? Nos veremos reducidos próximamente a ser meros espectadores de una encarnizada batalla entre gigantes tecnológicos, dueños denuestras intimidades más detalladas?
Nos podríamos imaginar hoteles virtuales, con clientes virtuales. Y los hoteleros a los controles de las máquinas, luchando por conseguir más clientes, ampliar las habitaciones, variar las tarifas. Un juego de batallas virtuales, mientras los turistas se quedan en su casa.
Soy optimista, quiero ser optimista. No hay sustitutivo para el contacto real entre seres humanos. Las máquinas (aun) no sonríen, ni cuentan chistes, ni muestran empatía y sinceridad en sus contactos con los humanos.
Cierto que la tecnología ofrece muchas opciones al viajero. Pero que viajero quiere tomar un café con una máquina? Qué viajero desea establecer una relación duradera con una máquina con respuestas automatizadas?
Como dice un amigo, el marketing es una batalla. Una batalla cuyo acto final es el encuentro cara a cara. Y por ese mismo motivo continuo asistiendo a todas las ferias y encuentros que puedo.
Cara a cara en FITUR, como cada año.
Este año presentando dos nuevos libros. El ANIMADOR y La GOBERNANTA.
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