Acabo de ver asomando en el horizonte, los atisbos de una nueva forma de reuniones que podría afectar dramáticamente el mundo de los viajes de negocios. Aprovechando las grandes capacidades de las comunicaciones de última generación, ya es posible reunir en un solo lugar a participantes simultáneos, desde diferentes localizaciones.
Me imagino un esquema organizativo donde, a una hora convenida, los participantes de cada localidad puedan expresar sus ideas y comentarlas con los de otros lugares, en vivo, en directo, moderados por líderes del tema en cada localidad.
No serían necesarios tantos costosos desplazamientos, tantas noches de hotel, y el tiempo de las reuniones podría reducirse a lo estrictamente necesario. Los acuerdos podrían materializarse más ágilmente, sin pérdida de horas de trabajo, ni ausencias innecesarias.
Una maravilla tecnológica que se asoma en el horizonte, y que pienso muchas empresas estarían interesadas a considerar. Seguro que los accionistas, siempre en sus altares, y muy alejados de la realidad operativa, apostarían por esta nueva fórmula.
Pero los participantes perderíamos mucho. Sería mucho más difícil establecer relaciones de confianza con nuestro círculo de clientes, proveedores y asesores. No podríamos compartir un café o un almuerzo con contactos que no vemos frecuentemente en persona.
En pocas palabras, la distancia nos llevaría a una mayor despersonalización.
Como dice el dicho, amor de lejos, amor de ……..os
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