Tengo mi propia bola mágica, y cada año por estos días, la saco del rincón de mi conciencia, le hago un reset, le recargo los nuevos programas, elimino, pero no olvido los objetivos frustrados, y la pongo a punto para un nuevo año de buenas intenciones y nuevos proyectos.
Mucha gente al terminar el año, incide sobre el número de objetivos que no logró, entre ellos la lotería, con lo que consigue afianzar en su espíritu una visión negativa de su vida.
Afortunadamente, la lista de objetivos no alcanzados, solo la uso como referencia para incluir en el próximo año, los que pienso intentar y en los que voy a trabajar para conseguir el máximo de ellos. Los no alcanzados van a la basura, al capítulo de la experiencia, donde allí si son útiles.
Todos no se consiguen, alguno si se conseguirá, y sobre la marcha irán apareciendo sorpresivamente muchos otros con los que no contaba.
Al final, la lista que vale, es la de la cantidad de cosas buenas que nos han ocurrido, en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestra profesión, etc.
La lista de los logros es la que cuenta, la única.
Luchemos, siempre, por un mejor futuro, llegará.
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