Desde hace poco tiempo, se evidencia en muchas ciudades una reticencia por parte de los residentes a recibir turistas o viajeros procedentes de otros lugares o culturas. En muchos casos esto ha sido motivado por actitudes molestas hacia los residentes, por parte de los visitantes foráneos. A menudo estos visitantes, al encontrarse en un nuevo entorno, intentan forzar los límites de la convivencia ciudadana. Para controlar estas situaciones, es necesario ofrecer entornos amables para todos, tanto anfitriones como huéspedes. En mi opinión hay un desconocimiento social y una falta da interés real por como reconducir esta situación.
A tal efecto, propongo un decálogo de normas indicadoras que clarifiquen las situaciones, y ayuden a propiciar una convivencia pacífica y satisfactoria para todos, tanto residentes como visitantes.
Para los anfitriones (hosts)
1. Llevar escrupulosamente al día registro de huéspedes alojados
2. Informar claramente sobre normas de funcionamiento del espacio
3. Garantizar que el espacio cumple normas de seguridad e higiene
4. Informar de contactos y acciones a tomar en casos de emergencia
5. Mantener vigente seguros, especialmente el de responsabilidad civil
Para los huéspedes (guests)
1. Respetar el entorno, su cultura, sus usos y costumbres.
2. Respetar horarios comerciales y de trabajo locales
3. Mostrar empatía por integrarse amablemente con los vecinos
4. Controlar el nivel de ruido y presencia de invitados
5. Esforzarse por hacer que compañeros de viaje sigan normas
Es muy posible que los más profesionales ya están cumpliendo con estas normas que sugiero. Y estoy seguro que con estas normas, o similares, a las que ambas partes deben estar comprometidas e informadas, se podría mejorar la convivencia, y extender de forma racional los beneficios del turismo a toda la comunidad urbana.
Y si alguno de mis lectores quisiera aportar alguna sugerencia a incluir, les confirmo que la recibiré agradecido.
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