Hoy el turismo está en la mente de todos los ciudadanos. Empezó con la turismofobia, que cedió el paso a la triste crueldad de los ataques insensatos de jóvenes desorientados. Para unos el turismo es una oportunidad de progreso económico. Para otros una forma de promocionar sus ideas entre nuevos receptores. Para otros, una forma liberal de diversión., escapando a las limitaciones del propio entorno social.
Pero pocos valoran sinceramente el turismo como instrumento clave para el acercamiento entre culturas, entre personas, entre filosofías de vida. Una vida amable y empática que existe en todo el mundo, en todas las culturas, también en toda religión o idea política.
Le conviene a toda sociedad, para provechar el turismo como instrumento de progreso, prosperidad, entendimiento y libertad, sensibilizarse con el turismo, aprovechar las oportunidades que ofrece en lo social y cultural, ya que lo económico vendrá a continuación, irremediablemente
La hospitalidad tiene dos caras. Por una parte los anfitriones que presentan su cultura y su forma de vida, por otro lado, los huéspedes, movidos por su curiosidad hacia un mejor conocimiento del mundo, viviendo nuevas experiencias.
Demasiados profesionales del sector, ven solo la parte económica del turismo. El turismo es una vocación, una sensibilidad que nos mueve como personas hacia el acercamiento al prójimo. A todos nos gusta tener más amigos, amigos por todo el mundo, y los viajes con la mejor forma de conseguirlo.
Para los que aún no estén convencidos de ello, les recomiendo leer las obras de Somerset Maugham, un célebre escritor inglés que recorrió el mundo con sus refinados modales, aprovechando sus contactos, conseguidos mediante cartas de recomendación de sus anfitriones satisfechos y felices de poder acogerlo.
Una forma inicial del turismo, apoyada en la amistad, las buenas formas, la curiosidad interesada, y la buena compañía.
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