Domingo, 08 Abril 2018 10:24

Turismo versus Política

Turismo versus Política

Miguel Hartoch

 

 

 

 

 

 

Aquellos que hemos estado toda la vida encuadrados en el sector del turismo sabemos lo sensible que es este sector. La mayoría de países, especialmente aquellos menos avanzados, hacen todo lo posible para atraer turismo a sus lugares ya que representa una entrada e divisas muy importante. Muchas veces dan grandísimas facilidades de todo tipo para hacer más atractivas las condiciones del desembarco y pueden ser: ofreciendo suelo, ofreciendo ventajas económicas y/o fiscales o incluso legales.


Al fin los grandes organizadores pican el anzuelo y proceden a iniciar su jugada. El País anfitrión o el destino, se ven obligados a crear mega infraestructuras que realmente para ellos no necesitan pero deben hacer ya que se las impone el mercado; a veces financiado por terceros y en condiciones draconianas. Comienza la llegada de personal foráneo y materiales inexistentes en el destino y se construye todo lo necesario. Una vez culminado hay que importar mano de obra especializada ya que en el lugar se carece de ella y para hacer funcionar la maquinaria se necesita. También hay que traer de afuera aquello que se precisa para atender debidamente al turismo.


Y va pasando el tiempo y la cosa funciona pero todo va envejeciéndose y salen nuevos retos y nuevos atractivos en otros lugares más o menos remotos y el destino empieza a decaer. Comienzan las presiones por parte de los emisores y en muchos casos se repite la historia en otros lugares empezando de cero y dejando destinos en estado aletargado.


Por otro lado y dada la llegada de nuevas opciones surgen cambios de tendencia como por ejemplo la aparición de los cruceros. Recuerdo cuando el CEO de Thomson del Reino Unido comentó que iban a cambiar los estilos de viajar y que los hoteles iban a ser sustituidos por barcos que podrían posicionarse en donde conviniera a cada momento. Esto ha sucedido y los grandes cruceros han hurtado mucha clientela a los destinos clásicos y a sus hoteles y se mueven al antojo de sus propietarios al margen del clima y de oros factores.


Por otra parte los grandes acontecimientos mundiales, sean del tipo que sean, van incidiendo en los movimientos turísticos. Es así que las guerras, la climatología, la política o los grandes siniestros influyen en la situación turística y generalmente de forma muy negativa; véase lo sucedido en los países como Egipto, Tunez etc. También afecta la situación de la paridad de la moneda local con el Dólar o el Euro y que según sea hacen necesarias devaluaciones para no dejar de ser competitivos; esto último beneficia a los turistas pero perjudica seriamente a la población local a la que todo se le encarece.


Concretamente y si tomamos como ejemplo el caso de la ciudad de Barcelona lo vemos con claridad. La ciudad y gracias a José Antonio Samaranch, como Presidente del Comité Olímpico Internacional, consiguió atraer los Juegos Olímpicos de 1992, fue el artífice del despegue de la ciudad Condal; se construyeron muchas de las infraestructuras, se crearon múltiples facilidades y la ciudad comenzó a vivir un gran crecimiento. Detrás vinieron grandes congresos y otros eventos ya que Barcelona se había puesto de moda.


Luego, años más tarde, hubo otro gran acontecimiento que fue la puesta en marcha de la Sagrada Familia y la llegada del Santo padre. Ya por aquel entonces habían movimientos políticos y aunque quedaba claro que dicho evento iba a ser muy positivo para Barcelona, la fuerte movida en contra alegando, sin motivo, que la ciudad iba a soportar un enorme costo tuvo efectos muy negativos. La realidad es que el coste directo para la ciudad y el Estado fueron muy bajos ya que los organizadores se encargaron de todo, mucho fue sufragado por el Estado, parte se sufragó con grandes ingresos debido a los visitantes y el resto con un enorme aumento de conocimiento de la ciudad a nivel mundial que atrajo a muchísimos nuevos visitantes.


Más adelante y con la actual alcaldesa, Inmaculada Colau y empujada por movimientos vecinales, políticos y sobre todo por sus ideas personales , cosa que le iba muy bien con su ideología, comenzaron a oponerse a las visitas de los turistas a la Sagrada Familia, luego al centro de Barcelona, el Parque Güell y otros lugares. Están incluso pensando en un peaje para que los foráneos que quieran acceder a Barcelona deban abonar un importe. Se ha frenado el desarrollo de nuevas camas hoteleras huyendo grandes inversiones y dejando inmuebles vacíos y otros sin construirse; se está haciendo la guerra a los cruceros y a los cruceristas y solo faltaba que el nefasto gobierno autonómico introdujo un impuesto (Adverso) turístico que ha encarecido las estancias sin beneficiar al turismo ya que la recaudación no llega, salvo una mínima cantidad al turismo. En ciertos países se paga una llamada Tasa de Balneario pero el cliente recibe a cambio unos servicios cosa que no sucede aquí.


En estos momentos (Abril de 2018), miles de empresas han huido de la Ciudad condal hacia otras zonas de España o incluso del extranjero. Gran cantidad de inversiones y no solo turísticas están frenadas a la espera de ver que sucederá y los políticos siguen mareando la perdiz y no se forma un gobierno estable que empiece a gobernar, podría incluso producirse el caso de tener que repetirse las elecciones.


Por mucho que se enmiende esta situación es previsible que se tarden varias generaciones para regresar a la normalidad, si se consigue.


Mientras tanto nacen nuevos destinos ayudados por la constante mejora en las comunicaciones y movido por intereses de los grandes operadores a los que, salvo en casos contados (Es el caso de la cadena RIU Hotels con el T.O. alemán TUI y España), no les une nada con el destino sino que el afán de ganar dinero.


Esperemos que se aprenda de los errores del pasado y/o de los demás para que no se repitan.

 

 

 

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