La Semana Santa, es tiempo de dolor y de alegría, de dolor por la pasión y muerte de Jesús y de la alegría por su resurrección, es tiempo también para el ocio y la reflexión.
Esta Semana Santa del 2019, en particular una de mayores dolores del sector turismo y comercial, ya que los alegres viajeros venezolanos dejarán de visitar los siempre atractivos destinos turísticos, por el racionamiento de luz, la falta de agua, la inseguridad, los altos costos en los servicios aéreos, de transportes terrestre, marítimos, de los hoteles y altos precios en los alimentos, entre otros tantos detalles. Por esas razones es que la Semana Santa, será una semana familiar, en casa, con el solo incentivo religioso, el ir a recoger las palmas, asistir a los oficios religiosos y participar en las procesiones. Los acontecimientos políticos, económicos y sociales, por lo que atravesamos, así lo decretaron. Y para muestra ellos las tenemos, con cifras extraoficiales, que nos indican que las reservaciones en los hoteles destinos turísticas este año, son traumáticas y dan espanto:
Margarita con menos de 20% de ocupación, Anzoátegui, por debajo 14%, Mérida, con un posible menos del 10%, Falcón, con el 8%, y pare de contar. Los destinos playeros de Vargas, Aragua, Carabobo, Miranda, tendrán a los acostumbrados visitantes, que serán los lugareños y los que van y regresan el mismo día, con la nueva modalidad estos últimos, de llevar sus propios bastimentos y en mucho menor número que en años anteriores. La Semana Mayor, a pesar de lo que el Gobierno pregone, ofrezca bonos, etc., será la peor Semana Santa de todos los tiempos, para el sector turístico, comercial y hasta familiar. Lo que si será la real Semana Santa, será una semana donde habrá mayor afluencia de fieles en los templos, elevando sus plegarias a nuestro Gran Dios, pidiéndole tranquilidad, sosiego, y paz, en lo personal, familiar y para nuestra amada y convulsionada Venezuela.
Otros Artículos del Columnista
