Recientemente he tenido la oportunidad de visitar China dentro del concepto general denominado “Rutas Culturales para Personas Mayores de la Comunidad de Madrid” paquete turístico operado por Panavisión, que tiene adjudicada 810 plazas para este país en este año. La única condición para participar en este tipo de viajes es tener cumplidos 60 años en el momento de viajar, el acompañante con cualquier edad.
China es otro mundo, otra historia. País que me ha sorprendido gratamente, por varias razones: la limpieza de sus ciudades, su desarrollo urbanístico, y su entrada en la modernidad occidental. En cuanto a limpieza, teníamos una imagen negativa, especialmente por su suciedad y comportamientos incívicos. Sus calles y lugares turísticos están limpios, sin papeles, botellas, desperdicios ni colillas, sus jardines cuidados, por lo menos en las grandes y espectaculares ciudades visitadas, Pekín, Xi’an y Shanghái. Hombres y mujeres mayores, uniformadas como barrenderos, todos con escobas, cogedores y pinchos, son los encargados de la limpieza. Y podemos asegurar que cumplen con su trabajo de forma efectiva. Más lo queríamos esa limpieza para las calles de Madrid.
Hemos volado con Swiss desde Madrid vía Zúrich a Pekín. Llegamos a un inmenso y moderno aeropuerto, los tramites de policía se hacen eternos -hemos coincidido con otras llegadas, y dos horas de largas colas hasta entrar en el país, con la fotografía consiguiente de la cara- ¿Cosas de la seguridad?
Pekín nos recibe con grandes atascos en su carreteras y calles hasta la llegada al hotel, estos atascos es la constantes en todos nuestros días de estancia en la ciudad. Espectaculares edificios con diseños arquitectónicos modernos de oficinas, torres de cuarenta pisos de viviendas uniformadas-numerosas de ellas vacías, esperando a los nuevos inquilinos- en los barrios que están sustituyendo a las antiguas casas viejas. Esta no es la China tradicional que yo tenía como imagen en la mente.
La revolución cultural de Mao elimino casi por completo los vestigios históricos y tradicionales de su cultura milenaria. China ha apostado por la modernidad y un capitalismo especial del siglo XXI, cada vez más occidental, como lo atestiguan las nuevas generaciones de jóvenes chinos urbanos, su afición a las marcas más famosas, bicicletas, coches y motos eléctricos de alquiler que dejan en cualquier lugar, pagar con el teléfono y otras moderneces.
Visitamos lo más importante de Pekín “Beijing” con el guía local que hablaba un español aceptable-1400 profesores de español y 40.000 estudiantes chinos se esfuerzan por aprender nuestro idioma, y hace unos días el Instituto Cervantes abrió sede en Shanghái – destacamos la Plaza de Tiananmen o Puerta de la Paz Celestial- de triste recuerdo por el dramático final ante la protesta estudiantil de 1989-es una inmensa zona de cemento llena de turistas, donde los occidentales somos minoría, presidida por el mausoleo de Mao y rodeada de edificios del más puro estilo comunista, Gran Palacio del Pueblo, Museo Nacional de China, Torre Qian Men, Monumento a los Héroes del Pueblo, recordemos que Mao proclamó en esta plaza y desde el edificio/puerta de entrada la Ciudad Prohibida, la fundación de la República Popular de China el 1 de octubre de 1949, que lo preside un gran retrato de Mao.
La Ciudad Prohibida/Palacio Imperia http://wwwhtt.dpm.org.cn es la gran joya de Pekín, hay que dedicarla como poco medio día a su visita - ya que tiene una longitud de prácticamente un kilómetro desde su entrada sur, en la famosa plaza de Tiananmen, hasta la entrada norte, conocida como Puerta del Poder Divino, mientras que la anchura ronda los 750 metros-.es un sucesión de palacios, pabellones, jardines y plazas ha sido durante más de 500 años la residencia de la corte imperial china y de sus servidores, en un territorio, protegido por amplio foso y una muralla de 10 metros de altura, que estuvo vetado al resto de la población hasta la caída del último emperador el siglo pasado, de ahí su nombre de Ciudad Prohibida. (Aconsejamos ver la película “El último Emperador” de reciente fallecido director Bertolucci)
Visitamos la Gran Muralla - Patrimonio de la Humanidad en 1987- es otra de las joyas a visitar desde Pekín. Se extiende desde la frontera con Corea hasta el desierto de Gobi, cerca de Mongolia. Su construcción abarca un periodo de más de un milenio, desde el siglo V al XVI, y su objetivo era defender al país de las invasiones de tribus exteriores, especialmente los mongoles.
Es la más larga edificación de todos los tiempos, con una longitud que se aproxima a los 9.000 kilómetros, aunque en la actualidad sólo sobrevive aproximadamente una tercera parte, con algunos tramos muy deteriorados Las autoridades chinas han rehabilitado varios tramos visitables que dan una idea de la robustez de esta fortificación, con una altura media de unos siete metros y una anchura de cinco. La visita que nos lleva toda la mañana es al tramo más conocido de todos ellos, es el de Badaling, situado a alrededor de 80 kilómetros de Pekín. Una experiencia compartida por numerosos turistas que nos atrevemos a subir varios metros con grandes esfuerzos, pero merece la pena, una panorámica que nos facilita una visión más amplia, casi área de otros tramos de la muralla y de las filas humanas que suben lentamente hasta donde pueden llegar. Al bajar se puede comprar una medalla que nos acredita esta subida.
La Villa Olímpica de Pekín es otra de las vista incluidas en el programa, recordamos que China se dio a conocer en todo el mundo con la celebración de los Juegos Olímpicos de 2008, grandes construcciones emblemáticas que asombraron a todos: el Estadio Olímpico” El Nido “y el “Cubo de Agua “sobresalen sobre los otros edificios. Estamos casi terminando la tarde, todavía nos queda otra visita antes de la cena. Esta no merece la pena resaltarla, pues es la incitación a la compra no querida, disfrazada como visita cultural. Uno de los males del turismo y que los chinos han aprendido rápidamente.
Más adelante comentaremos nuestra experiencia de Xi’an y Shanghái.
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