Hace unos diez años atrás, publicamos este artículo de opinión en el antiguo periódico El Día. Hoy como preludio de dos reportajes que publicaremos sobre este mismo tema, lo volvemos a recordar. Nos habíamos prometido no entrar en este tema hasta tener la información más exhaustiva de la cuestión, pero las circunstancias muchas veces mandan sobre nuestras promesas. Así hoy, vamos “a pisar el acelerador” para tratar de impulsar en lo que se pueda, con nuestra modesta aportación, la conservación del Parque Nacional de las Cañadas del Teide.
Recordábamos el otro día, paseando por ese hermoso paraje, junto a unos compañeros de excepción, ecologistas por mas señas, entre los que se encontraba la experta mundial en estas materias, profesora Ana L. Báez, de amplio y enjundioso curriculum como consultora, incluso de las Naciones Unidas; recordábamos, decimos, nuestros recorridos nocturnos por la vieja carretera en El Portillo, guiado por las estrellas y el ruido de un motor de gasoil que daba luz a la casa del caminero de Obras Públicas que existía allí, y donde pasamos algunos veranos en nuestra juventud, acompañados de algunos libros, y con la presencia, de vez en cuando, de la célebre pareja de la Guardia Civil, con quienes jugábamos alguna partida de baraja en aquellas inolvidables noches...
Visita obligada en un viaje a Tenerife, Las Cañadas del Teide, recibían a los componentes de la directiva, de la organización CONPEHT, de las universidades con estudios turísticos en América. En la gráfica junto al profesor Guillermo Ayala, que les sirviera de anfitrión y guía del lugar. Asistieron personajes de México, Colombia, Bolivia, el Salvador, Argentina, Puerto Rico, Chile, Nicaragua, Brasil, etc. F/ CIESTCA. En esos tiempos, había en Las Cañadas, exactamente cuatro chalets, que servían a sus propietarios para pasar algunos meses del verano...
Con ese recuerdo, veíamos pasar por nuestra mente los ríos de tinta que en los últimos años ha empleado la prensa local, tratando sobre la conservación de este singular recurso natural de la Isla de Tenerife. Mas de tres millones de visitantes nos aseguraba el Alcalde de La Orotava, Isaac Valencia, que han visitado el parque el pasado año. Una auténtica avalancha humana que supone un serio deterioro para el mismo, y la que sin duda hay que controlar urgentemente. En nuestras clases sobre el turismo medio-ambiental, sus recursos y su protección, hemos dejado bien claro que al entorno natural hay que protegerlo de forma decidida de la mejor forma posible. No lo decimos nosotros, lo dice el Consejo de la Tierra, la Universidad para La Paz, el programa PNUD de las Naciones Unidas, la Unión Internacional para la Conservación de La Naturaleza... La Carta Europea del Turismo Sostenible en los Espacios Protegidos... Empleando términos vulgares: “lo dice todo el mundo”.
Entonces, siguiendo las más modernas concepciones y técnicas para conseguir esta preservación que tratamos, se hace de urgente necesidad controlar de forma clara y decidida, las visitas a nuestro Parque Nacional de Las Cañadas del Teide. Para conseguir esto, y basados siempre en las mas avanzados medios de interpretación, habrá que, determinando la capacidad de carga del territorio que apuntamos e implantar un peaje obligatorio para su visita, con lo cual se regulará el número de visitantes y se obtendrán importantes recursos económicos para su sostenimiento, así como para adecuar unos guías universitarios preparados del par-que, que de verdad sepan atender a los visitantes, no precisamente como está ocurriendo ahora mismo con ejemplos que no queremos comentar, pero que dejan mucho que desear de lo que auténticamente debería de ser.
Se hace pues urgente, que se regule totalmente el acceso a Las Cañadas del Teide, controlando la entrada de visitantes, y ofreciéndoles a estos, obligatoriamente, unos guías preparados que conozcan su naturaleza, junto a unos medios interpretativos que den una visión canaria del mismo, apoyada en modernas técnicas, pero conservando el poder ancestral de la naturaleza del canario, que es como debe de ser. No estamos inventado nada, aquí bien cerca, en Lanzarote, tenemos un buen ejemplo de visitas controladas y cobradas. Que decir del Pao de Azúcar, en Río de Janeiro, o de Las Pirámides, en El Cairo, por nombrar dos simples y conocidos recursos turísticos mundiales.
Controlar el acceso a Las Cañadas del Teide, y cobrar por su visita, es ya una necesidad urgente que hay que considerar. Esperemos.
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