La historia del mundo se escribió y escribe con las migraciones. En ciertas épocas, como la del descubrimiento de América, su conquista y colonización, movió millones de personas desde Europa, especialmente España, Portugal, Reino Unido y Francia hacia las Américas. Una vez que las ex colonias se independizaron y formaron los actuales países americanos, siguieron migrando millones de europeos, incorporando a la lista de países a Italia, Irlanda, Grecia Polonia, Europa central y nórdica, entre otros.
Estos flujos de europeos hacia las Américas siguieron durante los años de la I y II guerras mundiales y continúan con las crisis económicas, en ciertos países, de los migrantes en busca de trabajos. Los flujos de migrantes europeos como colonizadores o pobladores en África, no registran las altas cifras de los flujos a las Américas, al igual que a Nueva Zelandia y Australia. Cuál es la conclusión, es muy sencilla, Europa es quizás el continente que mayor cifra de migrantes movió de sus países al resto del mundo, con prioridad a las Américas.
Únicamente en años recientes los flujos de migrantes a Europa, especialmente de países latinoamericanos mueven algunos miles en los años previos a la crisis económica en Europa.
Si hacemos un balance histórico, los europeos migraron en cifras de muchos millones hacia las Américas, Australia, Nueva Zelandia y Sudáfrica, siendo por ello, desde esta visión, un continente de migrantes.
Ello significa, desde mi personal lectura, que Europa no sabe ni esta históricamente, ni culturalmente preparada como las Américas, para recibir migrantes, pues siempre vivió mayoritariamente el proceso inverso. Por ello le cuesta compartir su prosperidad y aunque legal e intelectualmente proclaman los valores y respeto para aceptar migrantes, no tienen desarrollados en su genética cultural, podríamos decir, aceptar las migraciones de otros continentes y con menos resistencia la migración inter europea.
Tendrán que aprender a convivir con estos procesos, más que por sus principios y valores, por la inevitable realidad de su deficitario crecimiento vegetativo, que los podría convertir en el continente de jubilados y de hijos de migrantes, que por esas extrañas circunstancias históricas, son mayoritariamente musulmanes y africanos, es el precio de sus decisiones arbitrarias de sus imperios coloniales, donde en el caso del mundo islámico nunca pudieron imponer sus idiomas, religiones, costumbres y acaso poca leyes.
Este resumen no considera los flujos migratorios con el continente asiático, donde las cifras de indios pakistaníes y chinos a Europa que son mayores, no los he considerado. Los flujos y reflujos de la historia humana están mezclando razas, credos, idiomas y más en la enorme olla de la tierra, que creará la nueva humanidad común del planeta, cara al futuro cósmico que nos espera fuera de nuestro planeta, proceso que requiere el aporte de las inteligencias, sin distinción de raza, religión, idioma o nacionalidad, entre otras diferencias, de todos los seres humanos.
Nuestro planeta es, esa gran olla que cocina la nueva humanidad que con los ingredientes de las nuevas tecnologías, aceleran el proceso pero que aún tiene un largo y extenso recorrido, de muchos años. Estamos recién en el inicio consciente del proceso. Por lo expuesto, Europa tiene entre sus grandes desafíos el manejar las migraciones, asimilarlas, formándolas en sus valores y principios y reglamentando procesos, como educación, leyes y normas, que no admitan variables, con la excusa de tolerancia, todos deben respetar y conocer las leyes que rigen la convivencia en cada país y en el conjunto de la Unión Europea, sin excepciones.
Quizás los países americanos podríamos aportar algo de nuestra experiencia como países formados por nativos y migrantes por muchos años en el pasado, presente y futuro.
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