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Las buenas noticias siempre llegan tarde; las malas, demasiado pronto. Friedrich M. von Bodenstedt
Donde la prensa es libre y todo hombre es capaz de leer, todo está salvado. Thomas Jefferson
Los últimos acontecimientos globales: incendio en la catedral de Notre Dame Paris, asesinatos terroristas a fieles en iglesias y templos en Sri Lanka y con anterioridad en Nueva Zelanda, terremotos, inundaciones y varias otras catástrofes naturales, epidemias, hambrunas, crisis políticas y represiones, crisis sociales, migraciones masivas, drogas, narcotráfico etc., que las vivimos en tiempo real, los ciudadanos del mundo en todas las redes sociales, como una sola humanidad, con las respectivas afectaciones, sentimientos de todo tipo y sobre todo con un sentimiento de dolor, ansiedad e incertidumbre permanente.
Por otro lado, la lectura positiva del efecto global de la información en tiempo real, en las redes sociales, de otros acontecimientos como deportes, espectáculos musicales, avances tecnológicos en todos los campos y otros acontecimientos, nos alegran y levantan la moral y la esperanza. Esto confirma que vivimos en una dualidad informativa globalizada que incluye a toda la humanidad en todas las edades desde niños hasta ancianos.
La otra lectura, también dual, es que la información en las redes sociales es positiva o buena o mala y negativa. Que con dicha información y la enorme limitación de la población mundial en tener pensamiento crítico y criterios personales y analíticos, son manipuladas por tendencias, grupos de todo tipo, al igual que políticos y toda clase de influencias, cultos, consumos etc. etc.
Tenemos también algo muy revolucionario a nivel mundial que merece una profunda reflexión y análisis. En 1982 el profesor de informática, Scott Fahlm, creó los EMOTICONES. Considero que nunca pensó que tendría el alcance y desarrollo mundial actual que logró. Expresar emociones, otros sentimientos y conceptos por medio de ellos, ha creado, por si no nos hemos dado cuenta, un lenguaje o idioma universal, ya que los utilizan, por igual, en diferentes idiomas, países y culturas.
Pero la otra reflexión es que, desde los niños, pasando por todas las edades hasta los adultos, las utilizan perdiendo la habilidad de escribir y decir lo que sienten con palabras.
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