Más que un compañero de viaje, eres un testigo de mi experiencia.
Los seres humanos somos, salvo genuinas excepciones, seres gregarios: necesitamos pertenecer a un colectivo social y participar de él. Nuestra búsqueda de soledad absoluta siempre está reñida con el imperativo conductual de socializar para sobrevivir. El homo turisticus no escapa a esta condición, más bien parece celebrar y privilegiar la compañía a la hora de viajar. Esto es muy evidente en viajes de amigos.
Hasta aquí el lugar común. Escarbemos ahora en ese homo turisticus, degustador por lo general de la aventura y el ecoturismo, quien muchas veces no planifica a pie juntillas el viaje sino que éste brota un fin de semana cualquiera como efecto de unas llamadas matutinas y una rica variedad de recursos persuasivos. Llámenle talento turístico, si quieren. Lo cierto es que ese compañero de viaje cumple un rol importante para mí, más allá de compartir risas, ocurrencias y riesgos. Ese compañero se erige en un testigo de todo cuanto hago en el viaje. Es quien puede dar testimonio fiel y verídico, de viva voz o a través de fotos o mediante tags o vídeos, de las astucias y licencias que me permití en el entorno diferente al habitual. Mis memorias le pertenecen. Mi viaje es suyo. Es, pues, testigo de mis historias. Testigo de mi sudor y de mi alegría. Testigo de mi felicidad.
Viajar con amigos es eso: contar con un testigo de nuestra felicidad.
Turismo como descubrimiento del ser amado, para bien o para mal
¿Por qué viajan las parejas? Menuda pregunta que puede caer en la obviedad más pírrica. Porque queremos divertirnos, dicen, pasarla bien, conocer nuevos lugares, desconectarnos, estar más juntos… Nadie puede negar esto, pues resulta legítimo.
Sin embargo, siendo el amor el sentimiento más común y terrenal en la vida de las gentes es poco lo que se puede extraer de las mentadas respuestas. Tanto hombres como mujeres suelen ser víctimas de rigidez mental o estimulación lírica cuando de analizar el amor se trata, lo que no permite penetrar en los motivos reales de una pareja de cara al viaje.
Si se ve a fondo el amor en el contexto de un viaje, se puede desprender que todo viaje de pareja, amén del descubrimiento de paisajes y de la cultura local, es un descubrimiento del otro, del ser amado. Descubrir que mi pareja no cede en practicar puenting conmigo por causa de su miedo a las alturas. Descubrir que no es tan aseado como supuse. Descubrir que ella no tolera el contacto con los nativos. Descubrir que él es un hombre protector, que ella es una mujer empoderada para reclamar el cumplimiento de horarios y visitas del paquete turístico adquirido, pueden ser algunas de las situaciones vividas que no se expresan pero se sienten y pueden afianzar el vínculo o deteriorarlo.
Viajar con tu pareja se trata de eso: descubrirse para afianzar o deteriorar su vínculo sentimental.
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