Las puestas en valor de sitios antiguos con una interesante historia, siempre son valoradas y aprovechadas por el turismo. Así ocurre en muchos sitios del mundo, ya que sus vivencias son aprovechadas en la actualidad, ante el interés demostrado por los visitantes. Si ello acontece en reconocidas zonas, es mucho más requerido no solo para el aprovechamiento del tiempo libre, sino también por conocer sus orígenes, ubicación y asimismo lo que se le ofrece en la actualidad al visitante. Y si ello acontece en la Patagonia, lo que mueve a lo desconocido, o por descubrir, como así se lo ve internacionalmente, ello es más interesante. Algo similar de lo que acontece en Sudamérica, donde también hay interés por visitar el Amazonas o el Macchu Pichu, por citar algunos casos similares.
En lo que podríamos denominar el portal de la Patagonia, se ha dispuesto justamente la puesta en valor –para el conocimiento y disfrute público- una antigua estancia, conocida como la estancia “La Magdalena”. Se encuentra a medio centenar de kilómetros de Viedma, la capital de la provincia de Rio Negro, muy próxima a la costa del Océano Atlántico. Allí se puede disfrutar, en la inmensidad de un vasto territorio, de la tranquilidad y a la vez de la observación de la fauna regional: guanacos, avestruces, liebres), que conviven con las ovejas, algunas vacas y equinos. Es indudable que poder descubrir y convivir con las costumbres campestres es interesante, mientras se disfruta de un interesante entorno natural. Ese tipo de turismo –de campo o estancia- es puesto a disposición del visitante, complementado con distintas actividades y una gastronomía especial, vinculada al lugar.
Un ingeniero belga, Enrique Fretin, llegó a la Argentina en el año 1887. Vino contratado por el gobierno para la construcción del edificio llamado inicialmente Palacio de las Aguas, ya que allí se constituiría la empresa de aguas corrientes. Al terminar esa obra, en 1894, el mencionado profesional se radico en Juárez, en la provincia de Buenos Aires. Allí se afilió al partido radical. en el que tuvo una activa participación. Tuvo con su esposa, cinco hijos, entre ellas una mujer a la que llamó Magdalena. A través del tiempo, esta mujer –cuyo esposo murió joven- viajó en un barco, que en aquellos tiempos realizaba el trayecto entre Buenos Aires, Bahía Blanca y Viedma. Ese viaje lo hizo para conocer el campo que había adquirido su marido, realizando con el apoyo del personal rural, esforzadamente el desarrollo de ese establecimiento.
Buscaron asesoramiento y consejos de los hacendados vecinos, con apellidos reconocidos a través del tiempo ya que aquí se asentaron sus descendientes, como los Humble, Colos, Erripa, Jalabert, Echandi, Contin, entre otros. En aquellos años plantaron árboles, flores alrededor de la estancia, otorgándole un colorido especial al lugar. Hace unos años el mencionado establecimiento fue adquirido por inversores italianos, quienes también compraron el hotel boutique “Casa Crespo, en Carmen de Patagones, el que es explotado en la actualidad bajo la conducción de la empresaria Romina Sagarzazu, quien ha otorgado al lugar una especial atención, incorporándole una gastronomía particular.
Sobre la casa de campo La Magdalena, dirigido por la mencionada especialista, ha centralizado el funcionamiento del lugar para eventos sociales y empresariales, como asimismo para relax, degustaciones, retiros de escuelas de yoga. También para la realización de excursiones de flora, como de fauna, avistaje de aves y fósiles. El lugar se encuentra a diez kilómetros de la costa del mar, en Bahía Rosas. También se focaliza en lo interesante que es la contemplación de la naturaleza, los cielos nocturnos, donde los fotógrafos centran su atención en los aspectos astronómicos.
Para Sagarzazu, en su impronta turística, resalta el concepto de hotel de campo, que para el visitante es lograr que se sienta un lugar único. Así la posibilidad de unir el pasado, con la historia, la cultura, las vivencias de campo, son ese otro turismo que va adquiriendo importancia en el mundo. Existe una demanda que va creciendo, por descubrir otras cosas. Y la Patagonia ofrece inconmensurables regiones y sitios por conocer. En este caso es positivo que se abran lugares desconocidos, ya que también de esa forma se amplían las posibilidades turísticas de una zona, como lo son el sur bonaerense y la región que en Rio Negro comprenden la amplitud de las playas atlánticas: El Cóndor, la Lobería, Bahía Creek, San Antonio Este y Oeste, Las Grutas y Playas Doradas.
A ello se le suma Valcheta, con su bosque petrificado y su rica historia, como asimismo General Conesa y la zona del IDEVI, en Viedma con otras posibilidades y sitios también campestres de alojamientos.
Así se va consolidando el turismo, generando empleo y a la vez promocionando los numerosos recursos turísticos que ofrece su amplio territorio.
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