La mañana del martes, en el museo del Aire y del Espacio en Washington, mientras ingresaba a la maqueta del Jumbo 747 y recordaba, comparando experiencias de hace más de tres décadas en los "Jumbos de verdad", con este raid actual que estoy llevando adelante en vuelos internos en los Estados Unidos, las diferencias abismales que hay, en todo. En aquella época, el 99,99% de mis vuelos eran por invitaciones o por negocios y en varias oportunidades lo hice en Primera Clase, nada de Business o Executive, Primera de verdad. No había el estado de terror que vivimos ahora y por ende, no existían los requerimientos de seguridad actuales y el pasajero lo único que debía hacer al llegar al aeropuerto era tener la documentación en regla y dejar todo el proceso de embarque en manos de los glamorosos funcionarios que "todo solucionaban". "Aquí está su tarjeta de embarque y los tickets del equipaje señor, que tenga feliz viaje!!"...¡y a volar!!.
Cuando termine este periplo, habré realizado nueve procesos de embarque domésticos en USA. Hasta ahora llevo cinco, y como muestra, voy a relatar paso a paso el de este lunes 10 para volar de Nueva York a Washington. La hora de partida estaba fijada para las 10.25 desde La Guardia.
El proceso comienza obligatoriamente 24 horas antes, cuando queda habilitada la posibilidad de realizar el Check in web, lo cual si bien no es obligatorio (por ahora), es casi que imposible confiarse y llegar al aeropuerto a realizarlo allí. En casi todos los vuelos que tomamos nos ofrecieron dinero (en algunos casos bastante) para desistir de viajar en el horario y día marcados. ¿La explicación?, técnicamente se denomina overbooking o sobreventa en español.
Además de que a bordo sirven apenas un mísero vaso de agua y la humillante minibolsita de pretzels, no existe franquicia de equipaje, o sea, toda maleta que se despache, hay que pagarla y su precio es de 25 dólares cada una (recuerdan los escándalos cuándo lo anunció Pluna?). Cuando uno realiza el check in web entonces, en uno de los pasos el sistema ofrece "chequear equipaje", o sea, despachar la o las maletas que uno desee y obviamente, pagarla con débito o crédito.
Si uno llega al aeropuerto con el check in realizado, obviamente si lo hace en su casa y tiene impresora, ya lleva el boarding pass o tarjeta de embarque en su mano pero, en nuestro caso viajando, hay dos opciones o se pide en el hotel que la impriman (ya es un trámite habitual) o sencillamente, se la lleva visible en el celular.
En un principio nos habían marcado en la operadora que nos atendió que pasarían a buscarnos a las seis de la mañana. Cuando dijimos que era un disparate cambiaron para 6.45. Llegaron casi a las 7 y apenas pasadas las 7.30 estábamos en La Guardia. Directamente a las máquinas que están en el área del counter o mostrador de la empresa, Seleccionar en pantalla idioma español (al menos en nuestro caso lo preferimos) y pasar el código QR del celular por el escáner para que aparezca nuestra ficha o formulario de vuelo. Al llegar a equipaje, hay que colocar la maleta que se va a despachar en la balanza del mismo aparato y si la misma tiene menos de 50 libras (23 kilos), la máquina imprime el marbete correspondiente el cual uno mismo lo coloca en la valija. Si hay sobrepeso dos opciones: 1 - aligerar el peso pasando al equipaje de mano "el sobrante" o la 2- directamente pagar exceso de equipaje, lo cual no es nada aconsejable.
Antes de dirigirnos al counter a presentar documentación, entregar la maleta y chequear el boarding pass, nobleza obliga, debemos contar, es decir reconocer, como muy positivo que, independientemente del tamaño del avión, -nos tocó desde un Boeing 737-900, pasando por un 700; por un Airbus 320; un Embraer 190 y dos CRJ700 de Bombardier-,¿recuerdan el escándalo cuando Pluna empezó a operar con CRJ900, o sea, más grandes? No nos hicieron problema en ningún momento, por viajar tanto mi esposa como yo, cada uno, con un carry on repleto y una mochila idem. Dos veces, incluso para nuestra comodidad, nos tocó que al final de la manga, antes de abordar, nos retirasen el carry on para llevarlo en bodega (en los bins de los Bombardier directamente no entran).
Bien, saliendo entonces para el embarque, hay que pasar por seguridad y ahí viene una de las partes más chocantes, más atentatorias a la dignidad humana. Generalmente voy de mal humor. No hace falta aclarar que tengo pinta de sospechoso y 9 de cada diez veces o suena la alarma o viene un oficial a revisar detallada y profesionalmente mis pertenencias. Imaginen mi aspecto descalzo, agarrándome los pantalones para que no se me caigan, ya que dejé el cinto en la bandeja plástica, bancando que en cada revisión el problema sean los paquetes de yerba mate de medio quilo... Pasamos todo eso, miré el reloj y recién eran las ocho y diez, faltaban dos horas quince para decolar. ¿Es una exageración verdad?, ¿o yo estoy loco?.
Por supuesto no habíamos desayunado; antes de seguridad habíamos pasado por el baño a vaciar el mate y tirar el agua del termo, entonces muy caballero, le dije a mi esposa (que es la que habla inglés) que se quedara tranquila que esta vez yo iba a comprar lo necesario. En este caso era self service, por tanto muy fácil todo el proceso hasta llegar a la caja. En una bolsita puse los croissants, tomé dos vasos de cartón (odio el café en esos recipientes pero...), fui a las máquinas correspondientes, (té para ella), en otro lado me aprovisioné de los edulcorantes, la palita para revolver y las servilletas de papel y me enfrenté a la cajera. Yo me hago entender pero las respuestas o cualquier cosa que me digan, se pone brava la cosa. Para pagar por suerte, alcanza con mirar la pantalla digital, colocar el plástico y ahí empieza otra historia. Antes de salir de Uruguay tuve la precaución de pedir en el banco privado me cambiaran la tarjeta de débito por una con chip (siempre me dijeron que con chip, nunca fallan) y en el BROU no hay con chip, así que vine con la que tenía. Al menos dos de cada tres veces la tarjeta del banco privado es rechazada. Hasta ahora (toco madera), vamos invictos con la del banco oficial, siempre fue aceptada a pesar de no tener chip.
Aunque afuera hayan 30 o más grados de temperatura, siempre hay que tener a mano un abrigo. En los aviones ya me he cansado de decirlo, las cabinas están preparadas para transportar pingüinos, no humanos y en todos lados, áreas generales de los hoteles, museos, restaurantes, etcétera, la temperatura es más o menos igual, helada.
Sigo fantaseando con un sandwich de jamón y queso; una ensalada mixta con cebolla; aceitunas verdes de las nuestras y las tablas de fiambre y queso, secas, sin almíbar o aceite agregado y por supuesto, sin uvas ni frutillas. Salvo cuando decidimos romper la chanchita y pedimos un churrasco, a medida que pasan los días vamos "sufriendo" la comida. A tal punto que no entendemos cómo es que pueden soportar los locales tanto frito, tanta salsa, tanto huevo, panceta y siguen firmas. De manera entonces que, no sería nada descabellado -ya que se inventa todo tipo de "curro", "pega" o "rebusque"- que a alguien se le ocurra instituir cursos para pasajeros aéreos. Cada día es más complicado viajar en avión.
Nos vemos.
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