Miércoles, 10 Abril 2019 14:40

Viajar es placer, a pesar de aviones y hoteles

Viajar es placer, a pesar de aviones y hoteles

Sergio Herrera

 

 

 

 

 

Hace ahora un año, en la feria de Hamburgo en la que se presentan elementos de los interiores de avión, una empresa italiana, Aviointeriors, presentó un nuevo tipo de asiento que permitía acomodar más pasajeros en una cabina normal. Ya ese modelo resolvía algunos desafíos, pero tenía el problema de que el asiento se apoyaba en una barra vertical que debía de ir desde el suelo al techo. Eso era inaplicable en un avión actual, de modo que la gente vio la propuesta, le sacó fotos, pero no hubo más reacciones. Esta semana, Aviointeriors volvió a la carga presentando el Skyrider 3.0, la versión que dicen que definitivamente puede provocar una revolución. Este nuevo asiento –como el anterior– permite al pasajero prácticamente ir de pie, garantiza su seguridad mediante un cinturón de seguridad, mantiene el orden al asignar espacios delimitados, reduce el consumo de espacio de forma radical y, sobre todo, no exige de esas barras verticales que debían llegar al techo. No, ahora el asiento puede instalarse en un avión en unas horas. Eso sí, sigue presentando el problema de que es un asiento en el que apenas nos podemos medio sentar, pero ese es el truco: dos o tres horas volando, casi sin sentarnos, dice el segmento medular de Llega el asiento de avión para ir de pie en Preferente.com



Entre el terrorismo, las autoridades policiales y aeroportuarias de los países y las aerolíneas, han convertido al viaje en avión en lo peor, por lejos, de los viajes y el turismo a nivel doméstico e internacional. El estrés que provoca un simple check in, por ejemplo, en cualquier aeropuerto de Estados Unidos puede llegar a arruinar el carácter de placer de un viaje. Multiplicado aún si no se domina el inglés y no se tiene habilidad suficiente para dispositivos electrónicos.



Pero una vez sorteada esa etapa, hay que pasar por "seguridad" y ahí la vejación es superlativa. Descalzos y sosteniendo los pantalones para no hacer ridículo, desarmando el equipaje de mano para pasar a la vista la laptop y maldiciendo las monedas que olvidamos separar, así se sortea esta etapa para pasar al preembarque y empezar a caminar y caminar, porque nunca, la puerta de embarque asignada nos queda "ahí nomás", siempre está allá lejos, incluso en otras terminales.



Y al llegar a bordo, comienza otra historia. La del no servicio, en contraposición a épocas pretéritas donde solamente abordar era sinónimo de disfrute. Asientos cada vez más incómodos y con menos espacio para estirar las piernas. El aire acondicionado a todo trapo al punto de congelar, si uno no toma precauciones y lleva consigo abrigo ya que, para vuelos regionales, no existen las mantas.


En breve, por lo visto, estos asientos incómodos de hoy, serán nuestra nostalgia de mañana, cuando viajemos parados en vuelos regionales. Y hay que llevarse la vianda, obviamente comprada en el preembarque (porque nada traído de casa o de la ciudad que se deja, pasa el control), porque no solamente hay que pagar lo que se consuma a bordo, sino que generalmente o hay poca variedad o directamente, si uno está sentado de la mitad para atrás de la cabina, es muy probable que las vituallas se acaben y no alcancen para satisfacer la demanda. Si cuando aterrizamos, tenemos la suerte de que el equipaje llegó en el mismo avión y nos reencontramos con él y al salir de la terminal está el cartelito con nuestro nombre, en breve llegaremos al hotel y.… ¿dejaremos atrás el estrés y comenzaremos a disfrutar? Puede ser, pero...

 

¿Recuerdan cuando uno desde el remise o taxi al detenerse frente al hotel ya veía venir al botones? Ok, grábelo, no viene más, salvo en contados hoteles del mundo. Entonces, si el alojamiento elegido tiene escaleras, apróntese a lidiar con sus maletas en solitario para llegar a recepción. Y si viaja por ejemplo a París o a Londres, tome la precaución de hacer un tratamiento para adelgazar considerablemente antes de iniciar el viaje pues de lo contrario, corre el riesgo de no entrar al baño y mucho menos al duchero. Y no se le ocurra tener sed o apetito después de las 21 o las 22, pues en el 90% de los hoteles no hay room service hasta la mañana siguiente.

 

Entonces
Además de hacer estadísticas para nada creíbles; de haberse convertido en una organización internacional supe generadora de viáticos para sus directivos y funcionarios y hacerle creer a la gente que son la autoridad internacional de la actividad, la OMT, la Organización Mundial del Turismo, ¿para qué está? ¿No debería coordinar con la IATA para atenuar el maltrato a los pasajeros de avión? ¿No debería coordinar con los ministerios de Turismo de cada país, para que además de que le envíen sus encuestas poco creíbles, que cuando la OMT las suma obtiene resultados pocos creíbles, se ocupen además de exigirle a los hoteleros que respeten la dignidad humana y dejen de apilarlos como ladrillos en sus establecimientos?

 

Advertencia
Algo habría que hacer. No debe faltar mucho tiempo para que a los pasajeros de avión se les azote al abordar a un avión si no viaja en business o en first class, o se les insulte al ingresar a un hotel por molestar a los empleados, sobre todo si el check in se hace muy tarde o muy temprano.

 

Nota de redacción
Es posible que en alguno de los puntos tratados hayamos exagerado una pizca (por ejemplo, el tamaño de los baños de algunos de los hoteles de París o de Londres no es la norma en el resto del mundo y hay algunos hoteles que tienen room service las 24 horas, aunque sean los menos), pero de ninguna manera hemos mentido. Es más, podemos haber olvidado el señalamiento de alguna carencia más en los servicios que nos ocupan.



Pero, en definitiva, todos deberemos admitir, aunque sea mínima, nuestra veta masoquista, seguiremos viajando.

Es que, no hay otra, el mundo está -a pesar de todo- cada vez más a mano y excitante.

 

 

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