"Quizás porque mi niñez/Sigue jugando en tu playa...", empezó a decir Serrat y sin aviso, las lágrimas aparecieron en mis ojos, en esa noche de sábado en el Antel Arena con olor a nuevo. Había llegado -como siempre-, sobre la hora, había estacionado como pude en un cantero de la avenida Varela y me había sentado junto a mi esposa, en unas sillas negras de plástico que poco tienen que ver con el precio que habíamos pagado. Casi medio siglo después de las primeras veces que lo fui a ver, al Solís y al Palacio Peñarol, una vez más, estaba listo para escucharlo, con el agregado de conocer el nuevo lugar de la cultura y el deporte de Montevideo. Voy a acompañar este relato con algunos videos captados con mi celular. No quise llevar cámara ni filmadora. Fui en versión espectador pero...es más fuerte que uno...Por tanto, con la seriedad característica de la casa, advertimos: dejen de lado la imagen, lo que vale es el audio.
Luego de iniciar con Mediterráneo, saludó, refiriéndose al Antel Arena, diciendo que era un espacio que Montevideo reclamaba desde hace mucho tiempo y recordando al Cilindro Municipal de un modo muy especial, como lo mostramos en el video siguiente.
Ese sábado también me enteré que -contrariamente a lo que siempre sostuve-, en el sentido de que nunca tuve un ídolo, que el Nano lo era. Es al único cantante al que he ido a ver cada vez que pude cuando llegó a Montevideo y también es el único que me emociona hasta las lágrimas, como lo comprobé ahora, nuevamente.
"Para nuestra generación es como Gardel para la de nuestros padres", me dijo mi cuñado al día siguiente en el parrillero de casa, mientras le contaba. Y debe tener razón. Escuchando esa voz inconfundible y esa manera de decir tan especial, no exagero diciendo que de alguna manera, mi organismo comenzó una rara rotación en la que de pronto oía, procesaba y me emocionaba y también viajaba con mi mente a diferentes épocas de mi vida como si de una película se tratase. Sé que estuve en 1956 en esos días de la inauguración con la Exposición Internacional. Eso sí, no recuerdo si con la escuela o jugando un partido de Baby Fútbol.
Me veo aun poniéndome resina en la suela de mis campeones, para no resbalarme en el piso plastificado, jugando los minutos finales en la primera de básquetbol de Peñarol contra Welcome en un partido memorable (por lo raro). El DT me mandó a hacerle fauls a un jugador de apellido Rey, para recuperar rápido la pelota ya que íbamos perdiendo. En cada falta, Rey me decía, "no te gastes, no me hagas faul, emboco todos los libres"...y era verdad! Aunque no me lo puedan creer, ese partido de Primera División, por el Torneo Federal, lo ganó Welcome con una "Catalana" de larga distancia (tiro a dos manos) del "Bebe", Hermenegildo Blanco, en las cifras de ¡37 a 36!!, es verdad, no hay error, 37 a 36. Creo que fue en 1969.
A 500 metros de ese Cilindro, pocos años más tarde, iba de visita de novios y una noche de aquel amargo invierno del 73, casi en lo que es hoy la entrada principal del flamante coloso, las fuerzas conjuntas detuvieron el taxi en el que llegábamos luego de ir al cine y nos hicieron pasar un pésimo momento, de esos que casi todos, algunas veces vivimos.
En 1974, se entremezcla en mi memoria, en la pantalla gigante del Cilindro, la explosiva Rafaela Carrá cantando la del teléfono y los partidos del Mundial de Fútbol de Alemania. Luego vino un período que más vale no recordar. Sabemos que fue improvisada cárcel y no sé qué otras cosas fue. Pero hace pocas horas, conversando con un ex preso Tupamaro, me decía: "Si querían hacer el Antel Arena, está bien que lo hayan hecho, pero...¿por qué ahí?, ¿por qué arriba de lo que fue el Cilindro? La cosa empezó con el incendio inventado y el derrumbe del techo y luego, la explosión...¿qué había que tapar?". En 1979, recién nacida mi hija Ximena, Yoselin mi mujer, a las pocas horas del parto, dio exámenes de Medicina allí, en plena dictadura. Pero vuelvo a las primeras veces del Nano en estas tierras.
Comienzos de los setenta...
Hacía muy poco del mayo francés y si bien ya sabíamos que había llegado el futuro, "aunque no me lo crean"-otra vez-, íbamos a bailar de traje y corbata, ellas de largo y no podíamos entrar a los boliches (en esa época, boites) solos, había que ir en pareja. Ya se había superado la etapa del espinillar de Ancap y se empezaba a tomar escocés, pero...la copa por excelencia era el Negroni. Ellas como dije, de largo o...de Hot Pants y botas larguísimas y nosotros, con pantalones oxford con botamanga y el pelo largo. No había shoppings, los cines de estrenos estaban en el centro y 18 de Julio era la pista del "Trille" para la conquista (los que no la entiendan, pregunten). El que tenía coche iba en idem; el conquistador era el ladero, era quien, detectados los objetivos, bajaba a "chamuyar". Mi primer auto lo pude comprar en el 80...
Todo pasa y todo queda/
Pero lo nuestro es pasar/
Pasar haciendo caminos/
Caminos sobre la mar...
Con las manos y los ojos enrojecidos, disfruté mirando en derredor y gocé los bises
Gloria a Dios en las alturas,
Recogieron las basuras
De mi calle, ayer a oscuras
Y hoy sembrada de bombillas.
Miré a mí alrededor y me encontré una multitud de rostros iguales: ojos enrojecidos y sonrisa inmensa.
Nos tomamos de la mano, caminamos hacia la salida y no fue necesario hablar, solamente agradecerle a Dios por haber estado, una vez más.
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