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No hay duda alguna, que en esta última década especialmente el consumo por los productos tipo “verde”, #ecológico, #natural, #orgánico, está teniendo un crecimiento prácticamente exponencial en la mayoría de los países emisores y productores de turismo, lo que obviamente nos dice que la demanda está cambiando en sus expectativas y esta evolucionando hacia motivaciones mas amigables con su entorno natural, con una serie de actitudes mucho más respetuosas con el medio ambiente y consigo mismas.
En reciente artículo publicado en Hosteltur sobre como evalúan los españoles el turismo, es curioso la diferencia de respuestas y por tanto evaluación según los rangos de edad, pero fíjense que un 49% de los encuestados, consideran que el turismo impacta negativamente en el medio ambiente, sobre todo la población entre 18 y 44 años de edad, es decir quienes en muy pocos años serán los mayores consumidores turísticos. Mientras que el segmento de entre 45 y 55 consideran que el turismo provoca impactos positivos en el medio.
Lo que se puede aseverar es que en estas últimas décadas y en el futuro el tema ambiental está y estará muy presente en el turismo y en general en el consumo e influirá fuertemente en la toma de decisiones de los consumidores, tanto en su tiempo de ocio, trabajo, como en el día a día.
Esta preocupación ambiental, se está traduciendo en el mercado de la alimentación, cosmética, salud, energía, hábitat, y un largo etc. que podríamos decir afecta a todo aquello que nos rodea, pero incidiendo en el sector turístico, es la alimentación una de las claves del cambio, algo que algunas grandes cadenas hoteleras ya lo han incorporado en su restauración y mas como sinónimo de “calidad”.
Actualmente se está celebrando en Madrid la feria Biocultura, exponente de este tipo de mercado verde enfocado al consumidor final y esencialmente en alimentación y salud, un mercado que nos dice que incluso en la peor época de crisis económica que tuvo España, hace apenas unos pocos años, seguía creciendo de una forma tremenda, frente a los otros sectores que estaban en retroceso.
Pero sin embargo es curioso cómo se confunde, entiendo que voluntariamente, lo orgánico con lo ecológico, ya que lo segundo es lo que realmente impacta y vende.
Me reafirmo que los productos ecológicos, ya sean de tipo agrícola, ganadero, etc. no son nada ecológicos, puesto que cualquier huerto, por pequeño que sea, para su existencia ha debido de alterar notoriamente el ecosistema existente, cosa que obviamente lo hace poco o nada ecológico.
Justo en esta feria, conversando con diferentes productores de alimentación, vinos, aceites, etc. me afirmaban que ellos vendían agricultura orgánica, pero que nunca utilizaban ese término, porque el mercado español no lo compra y si, los productos denominados erróneamente ecológicos, en los que más de un cliente quiere dar lecciones a los productores y distribuidores.
El turismo debe incorporar las reglas de juego de la “Economía Verde”, y mejor incorporar también las de la economía circular, no solo porque le conviene, sino porque las tendencias del mercado apuntan directamente a ello y en especial los países clave del turismo emisor internacional, ya lo están demandando.
Para darles un dato, solo en el año 2016, el mercado agro-orgánico movió más de 76 mil millones de euros a nivel europeo y las cifras apuntan que en el 2030, el mercado verde crecerá más de 90 billones de dólares, igualando al mercado de la salud a nivel mundial.
La denominada economía verde (No solo agricultura, sino también energías, construcción, cosmética, etc.), representó un 6% del mercado bursátil en el 2017, casi igual que el petróleo y el gas conjuntamente.
En resumen, la tendencia clara en este siglo XXI, sin duda es que el turismo deberá incorporar en su cadena productiva y de valor este elemento o factor verde y estoy seguro que lo hará, porque ya ha comenzado, defenestrando el #greenwashing, en especial por la demanda más joven y exigente.
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