Ante un mercado turístico exigente, se hace necesario contar con productos turísticos competitivos y esa competitividad debe dársela un “valor agregado” que lo haga diferente del mismo producto en cualquier otro destino.
Antiguamente cuando una persona pensaba en un destino turístico, analizaba desde el paisaje, los servicios propios como hotelería, accesos, medios de comunicación, tarifas, etc., pero hoy en día, los interrogantes han cambiado y sin duda un tema que antes no estaba en carpeta, es el de la Seguridad. Un turista analiza antes de decidir un destino, sobre la seguridad que espera encontrar en el mismo. En los últimos años, el tema inseguridad se ha convertido en un problema global, del cual nuestro país y San Juan no son ajenos y ello se ha visto reflejado en el sector turismo.
Recordemos la reacción al espantoso atentado de las torres gemelas en USA, que llevó a la cancelación de reservas de vuelos no solo hacia y desde Estados Unidos, sino también hacia cualquier destino: los viajeros internacionales decidieron, en ese momento, quedarse en casa; lo que provocó pérdidas millonarias en los lugares de destino, despido de personal, etc.
La seguridad que se necesitaba entonces en el sector turismo, no difería de la que necesitaba cualquier ciudadano residente de un lugar: poder transitar con tranquilidad, que no le roben, ausencia de pandillas, que no le estafen en la compra de bienes y servicios, que la infraestructura de esos servicios responda a ciertos niveles de calidad, etc.
Hoy lamentablemente hay que agregar otros conceptos: violaciones, muertes, y ahora el terrorismo. Los ejemplos de Barcelona, París, Rusia, etc. hablan por sí mismos. Es difícil remontar toda una campaña de promoción del destino, cuando suceden hechos de violencia, que con el auge de las redes sociales e internet, se saben en forma simultánea en todo el mundo.
Pero esto no es nuevo, este “lado oscuro” hace tiempo que viene creciendo, desde la eterna guerra en medio oriente, a la cual se agregó las revoluciones sociales de los países árabes, situación que pude palpar en un viaje hacia esos destinos antes de que se produjeran los violentos conflictos en El Cairo;“oler” la tensión subyacente en la frontera jordana con Israel en mi camino hacia Petra; la advertencia de la policía sobre los robos cuando uno caminaba por la “eterna Roma”; las permanentes recomendaciones de los guías en la “Ciudad Luz” para que no subiéramos a los subtes después de las 22hs., porque se movía “otro tipo de gente”; en el señorial Madrid donde el robo de pasaportes y bolsos era conversación corriente de los viajeros; la guerrilla en Colombia que hizo perder posiciones en el mercado turístico mundial a este bello país y que a través de un arduo trabajo de promoción ha logrado recuperar terreno, hasta incluso usando un slogan relacionado con la inseguridad del destino, pero direccionado a través de un marketing de gran genialidad : “ El único peligro es que Ud. se quiera quedar”.
El gigante y exuberante Brasil, donde existen zonas liberadas no recomendables por su alta peligrosidad y que tratan de contener especialmente en los picos turísticos, como es el Carnaval. En un artículo muy interesante sobre el Brasil real, sus habitantes transmitían en una frase un panorama que preocupa: “El turista no ve el Brasil verdadero, pasa el Carnaval y la violencia vuelve a las calles”. Y ni hablar de Venezuela, bello y exuberante destino turístico de América Latina, hoy prácticamente desaparecido como tal.
Hay muchos más ejemplos que reflejan una situación que tampoco dejó afuera a nuestro país. Argentina fue tradicionalmente un país con destinos seguros, habiendo constituido esa seguridad un “valor agregado”, que hasta que no lo perdimos no nos dimos cuenta de su importancia, con el agravante que se ha sumado otro tipo de inseguridad: la principal ciudad de Argentina, Buenos Aires, se ha convertido prácticamente en una ciudad sitiada por los continuos piquetes y cortes de calles, que dificultan muchísimo el desplazamiento. La famosa “grieta” política de la que tanto se habla, también impacta en el turismo. Hoy Buenos Aires, la cara del país hacia el exterior, es una ciudad convulsionada, con hechos de violencia que se vieron en todo el mundo, a la par que sesionaba la OMC, con representantes y presidentes de varios países del mundo.
Y a ello podemos sumar otro tipo de inseguridad relacionada con los servicios básicos, que si bien no son directos del turismo son esenciales para el mismo: antes pensábamos si las rutas estaban en buenas condiciones, ahora pensamos ¿podremos llegar a destino?, ¿habrá combustible?, ¿llevo dinero en efectivo o tarjeta?, y si el cajero no funciona? o se cayó el sistema?, habrá internet?, tendré señal de celular para comunicarme? Todo esto nos genera también inseguridad, de otro tipo, pero inseguridad al fin.
¿Y en San Juan?, la realidad también es preocupante.
San Juan cambió, creció, con todo lo positivo y negativo que trae el progreso, pero todavía estamos a tiempo si nos comparamos con otros destinos nacionales, que se han transformado en los últimos tiempos en ciudades peligrosas por el crecimiento del narcotráfico o en ciudades conflictivas por los cortes en sus accesos, marchas, etc. etc.).Debemos trabajar TODOS JUNTOS, cada uno desde nuestro lugar, estemos relacionados o no con la actividad turística.
Recordemos: "el turismo que nos beneficia a todos es una responsabilidad de todos”. Es imprescindible garantizar la seguridad como un valor básico de un destino turístico.
Si lo logramos, tendremos “el valor agregado” más codiciado del mundo.
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