La esencia de lo que es tener conciencia turística por parte del residente de una comunidad, pasa fundamentalmente por convertirse en anfitriones-conocedores de lo que realmente quiere “ver” y “vivir” el visitante. Para que esta experiencia de “ anfitriones” sea un éxito, debemos amar y gozar lo que estamos mostrando, hacer ver que nuestras raíces están en este lugar, no solo por una cuestión familiar o de nacimiento casual, sino porque estas raíces están hechas por años de afecto, de vivencias, que transforman a nuestro cielo en único por sus estrellas, a nuestras costumbres y tradiciones en una experiencia maravillosa, a nuestra gastronomía en un mundo de olores y sabores que no se sienten en otro lugar.
Podría seguir con los ejemplos, pero no hace falta para lo que quiero expresar: seamos nosotros mismos, mostremos nuestra identidad verdadera al visitante, sintámonos orgullosos de los espléndidos lugares que tenemos, no hagamos comparaciones, ya que las ventajas comparativas de nuestros productos turísticos son mínimas con respecto a otros lugares del país. Sí mostremos nuestras ventajas competitivas, es decir aquellas que le dan un valor agregado a la oferta de los diferentes productos: el buen trato, la cordialidad que siempre nos distinguió, seamos solidarios con el visitante que está fuera de su entorno habitual y fundamentalmente mostremos un verdadero amor por nuestro terruño, pero para ello DEBEMOS conocer nuestra tierra.
Aprovechemos los fines de semana largos o los comunes, salgamos a recorrer y descubrir el interior: disfrutemos de una puesta de sol única e irrepetible, cabalguemos por las Sierras, observemos los cientos de pájaros de diferentes colores y formas; conozcamos nuestra historia y cultura en los monumentos, museos, esculturas, etc. que seguramente tenemos todos en nuestras ciudades y pueblos; nos maravillemos ante las grandes obras de ingeniería; vayamos a pescar no solo en los embalses conocidos, sino trepemos la montaña y descubramos la riqueza ictícola de los ríos montañosos; disfrutemos de nuestro campo, de sus fincas y estancias típicas, ya sean que estén ubicadas en zonas húmedas o áridas, donde nos fascinarán su historia, su paisaje y fauna distinta seguramente a otras regiones de nuestro país; o de posadas de campo hoy abiertas al turismo donde se llevan a cabo actividades de turismo rural; admiremos y compremos artesanías de nuestra tierra, realizadas por verdaderos maestros que hacen maravillas con sus manos; visitemos nuestros buenos museos, etc..
Quizás una de las mejores frases, a mi entender profesional, que leí y escuche, y que me llegó desde lo humano, desde lo sensible y emotivo, es la que utilizó España en una campaña de promoción, que decía: I, need Spain. Yo, necesito España. Simbolizaba la experiencia de los recuerdos, de lo afectivo, de lo sensorial. Un muy buen ejemplo de asociación de sensaciones y turismo.
Nunca olvidemos que lo importante es PRIMERO LO NUESTRO. Cuando lo internalicemos, podremos contestar la pregunta.
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