Martes, 15 Octubre 2019 17:51

Oratoria Experiencial dentro de la Neurocomunicación

Oratoria Experiencial dentro de la Neurocomunicación

Antonio DiGenova

 

 

 

 

 

En nuestra reciente investigación sobre el registro experiencial del uso de la palabra desde un determinado encuadre técnico y en situaciones escénicas en la etapa de instrucción primaria, que experimentaron por entonces los hoy actuales ejecutivos de empresas e instituciones varias que han participado del estudio, hemos podido establecer una causalidad entre esas vivencias -producto de percepciones que perduran a lo largo del tiempo en la memoria profunda de los sujetos- y ciertas ventajas o desventajas en la performance del uso de la palabra en situaciones de auditorio que las personas experimentan en la actualidad.


Las percepciones no son más que la unión de lo que los sentidos registran de una situación o instancia de vida y las emociones que se produjeron; y es en virtud del poder de esa carga emocional positiva o negativa que esa vivencia se fija en nuestra memoria de largo plazo.

 

Tanto entre quienes poseen recuerdos agradables de esas experiencias tempranas, como quienes la recuerdan como algo desagradable o neutro, hay coincidencia sobre la falta de instrumentos técnicos recibidos a la hora de hacer uso de la palabra; en definitiva se sabía qué decir y no tanto así la manera de decirlo, de expresarse, de enfrentar un auditorio, de manejar el cuerpo, las emociones, los tiempos, Etc. “Tirar al ruedo” a una persona, sin herramientas técnicas de exposición discursiva, ante un público tan particular como suelen ser los niños, que por su propia inmadurez y candor suelen comportarse exactamente como no le conviene al “orador”, es una situación crítica que deja “huella mnémica”; por lo general, cada uno se desenvolvió como pudo, con las variables que pudo interpretar y decodificar en el uso de la palabra de sus propios formadores.

 

Lo trascendente de este fenómeno es que toda experiencia puede actualizarse al traerla al presente y por imperio de la neuroplasticidad, puede reconvertirse o modificarse a la luz de nuevas herramientas y técnicas. La nueva experiencia reemplaza a la anterior y se consolida en nuestra memoria totalmente “reformateada”, lista para ser utilizada en lo sucesivo al momento de hablar en público.

 

Entre las necesidades fundamentales del ser humano está la de comunicarse, tanto verbal como no verbalmente y es en sintonía con esa importancia socializadora clave que se debe trabajar desde las primeras etapas escolares en la enseñanza del lenguaje denotativo y del simbólico.

 

Comunicación autogestionada y la Comunicación plurigestionada.

Según Daniel Cassany (1994), existen dos formas fundamentales de construir el lenguaje en el aula desde un punto más técnico: la comunicación autogestionada y la comunicación plurigestionada.

La comunicación autogestionada o el arte de la oratoria requiere la capacidad de preparación y autorregulación del discurso, ya que –por lo general- una sola persona define el tema, selecciona las fuentes, selecciona el material que formará parte de su intervención discursiva, lo distribuye en las etapas intervinientes en el proceso, define los propósitos, la dirección del discurso y la emotividad que lo caracterizará.

 

En la comunicación plurigestionada o el arte del diálogo, en cambio, se pone énfasis en la interacción y la colaboración comunicativa, ya que dos o más personas colaboran en la gestión de la comunicación. Los interlocutores negocian el texto, se establecen turnos en el uso de la palabra, cambios de roles y de modalidades de intervención: preguntas, respuestas, negaciones, afirmaciones, Etc.

 

Herbert Paul Grice (2005), quien introdujo en concepto de implicaturas en la comunicación para sustituir el de implicación, nos habla de este principio cooperativo general en la conversación del cual derivan ciertas máximas específicas; como, por ejemplo, que toda contribución en una situación de diálogo no contenga más información de la que se requiere.

 

En etapas de formación primaria, secundaria y en ocasiones terciarias se debiera poner foco en ambos tipos de comunicación. Hoy los discursos ya dejaron de ser unidireccionales y monológicos para transformarse en un fenómeno conversacional y cooperativo, en que el orador tiene una propuesta lo suficientemente flexible como para adaptarse a la demanda del público asistente y a sus requerimientos durante el uso mismo de la palabra. No solamente me refiero al hecho de tenerlo en cuenta en la etapa de elaboración discursiva; sino también al momento de la enunciación, de la interacción con el público que participa de la experiencia comunicacional.

 

Esta oratoria experiencial es un modelo de enseñanza que involucra a los participantes en una experiencia de aprendizaje que tendrá consecuencias reales. Su diferencia más radical respecto del modelo de asimilación de información de la educación tradicional, donde se parte de la teoría y se pasa a la práctica, radica en el hecho de que aquí el grupo parte de la práctica para luego construir desde el análisis crítico de la experiencia, la teoría.

 

La oratoria experiencial se desarrolla a través de un proceso que le permite al individuo construir su propio conocimiento, desarrollar habilidades y reforzar sus valores directamente desde la experiencia.

 

En definitiva, la oratoria moderna y experiencial trabaja con valores tales como la responsabilidad, la equidad, la diversidad, la inclusión, la cooperación, el respeto y la actitud de servicio.

 

 
 

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