El Turismo Rural, en sentido amplio, no ha de ser, necesariamente, una actividad complementaria de la actividad agrícola o ganadera. En su conjunto se trata de una oferta de diversas actividades complementarias que configuran productos turísticos específicos y complementos como pueden ser: Estancias en granjas, comidas en granjas, circuitos en bicicleta, circuitos a caballo, estancias de pesca, cursos de cocina o artesanía...
Como la actividad turística implica a mucha gente, la rentabilidad no se ha de ver sólo desde un punto de vista inmediato, ya que, más tarde o más temprano, se acaban pagando los errores cometidos para obtener beneficios fáciles y rápidos.
Existen algunos ejemplos de ello en el turismo de costa, que ahora ve disminuir su número de clientes en beneficios de otras alternativas y del turismo interior.
Estos son algunos aspectos que se han de tener en cuenta, a nivel de colectividad, para conseguir un desarrollo rentable del turismo rural, a medio y largo plazo:
- Evitar las concentraciones de alojamientos favoreciendo diferentes modelos dispersos en el medio natural.
- Utilizar con prioridad el patrimonio construido.
- Dar prioridad a la restauración y evitar caer en una urbanización excesiva.
- Dar prioridad a equipamientos y ofertas especializadas en turismo rural.
- Crear equipamientos que puedan ser utilizados por los turistas, pero que también sean útiles a los residentes a lo largo del año.
- Mantener un desarrollo equilibrado entre la capacidad de alojamiento y los equipamientos de ocio. No se trata de ofrecer sólo camas.
- Evitar llevar a cabo acciones no coordinadas; si cada uno trabaja por su lado, probablemente no se llegará a ningún sitio.
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