A partir de los años cincuenta, el turismo se ha incrementado sustancialmente en los países desarrollados. Algunas de las causas de este fenómeno las encontramos en el aumento del salario real, mayor desarrollo en las vías de comunicación y medios de transporte, así como un creciente proceso de urbanización y del uso del tiempo libre. Sin embargo, la actividad turística se ha convertido frecuentemente en un factor de deterioro del medio ambiente. A comienzos de la década de los años setenta se destacaron en la actividad turística factores esenciales como la toma en cuenta de parámetros ecológicos y el ordenamiento del territorio respetando el funcionamiento de los sistemas naturales.
Sin embargo, no toda práctica turística desemboca en último extremo en el impacto negativo, sino que las nuevas modalidades de turismo, como el "turismo verde, el turismo rural y el agroturismo", se caracterizan por el contrario, "por su compatibilidad con los recursos sobre los que se fundamentan e, incluso, por las contrapartidas positivas que generan en el medio receptor que, sobre todo, se manifiestan en inversiones e ingresos que se destinan a la mejora ambiental de dichos entornos". El turismo por lo tanto no debe atentar, en el marco de esta nueva concepción, contra la ecología, el patrimonio arquitectónico o la civilización que lo acoge.
En varios países los movimientos verdes o ecologistas colaboran en la concienciación comunitaria y política con respecto a la conservación de los recursos. La repercusión sobre el daño ambiental originado por el turismo orienta la búsqueda de nuevas alternativas. Prueba de ello es el "turismo natural" que se promociona en algunos parques de Estados Unidos de Norteamérica y Europa, así como el "turismo alternativo" o "turismo rural" que fomenta el contacto Sociedad-huésped. Un ejemplo ya clásico lo constituyen las estancias en pequeños hoteles y pensiones de familia en Austria y las vacaciones en granjas en Dinamarca.
La tendencia desarrollada en Europa en estos últimos años apunta a una reorientación del turismo con mayor contenido cultural y respeto hacia el medio ambiente. Desde ese mismo continente se enfatiza y redimensiona el papel de los gobiernos locales en el aporte de soluciones a la problemática turística. Afirmación de lo anterior lo constituye la 21a. Sesión de la Conferencia Permanente de los Poderes Locales y Regionales de Europa en la que se reconoció que, "sólo una acción llevada a cabo por los poderes locales y los sectores privados de esta industria producirán resultados positivos". A esta posición debemos también sumarle las Resoluciones 678 (1979); 997 (1882) y su Recomendación 1009 (1985), peticionando a los gobiernos locales que actúen en la persecución de una mejor relación entre la actividad turística y el medio ambiente.
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