Mi reciente viaje por tierras aragonesas me llevan a la legendaria estación de Canfranc, en la provincia de Huesca un edificio bellísimo construido a principios del siglo XX.
Pese a las inoportunas lluvia y niebla, la estación se nos presenta majestuosa y señorial entre montañas pirenaicas envueltas también en niebla, lo que hacía aún más bello su exterior de estilo palacial francés, característica del siglo XIX donde se combinan materiales como el hormigón, la piedra, el cristal y el hierro; una interesante mezcla de cromatismos que se acentúa por la presencia de cubiertas de pizarra, material muy usado en Aragón.
A medida que vamos aproximándonos se percibe esa sensación de soledad que se detecta ante los grandes edificios sin uso, abandonados a su suerte. Incluso, parte de un viejo tren donde se incluye un vagón de la Cruz Roja permanece sobre los raíles, sin ningún destino, como testigo mudo de la historia. Pero ya en el interior del edificio comprobamos que las recientes actuaciones de restauración y rehabilitación han dado sus frutos y todo se nos muestra tal y como era en sus orígenes, respetando estilo, materiales y cometidos. Se espera que la estación de Canfranc recupere el pulso y recobre la vida que las guerras y los avatares del destino le sustrajeron.
Su planta es alargada, simétrica y se articula en cinco cuerpos, con el central y los laterales adelantados y elevados. Tiene 241 metros de longitud y cuenta con 75 puertas en cada uno de sus lados. Un edificio, en suma, de grandes dimensiones que sobrecoge al contemplarlo. La fachada principal se orienta al Oeste. Tiene un torreón central y otros dos en las esquinas. El largo andén hace que nuestra mirada se aleje hasta perder la vista. El andén es, además, pórtico que se sujeta por columnas y cubiertas de hierro. La majestuosa visión del edificio hace que nos detengamos ante él, al tiempo que se evocan pasadas épocas cuando era frecuentado por la aristocracia de ambos países y por grupos sociales de diferentes niveles que se permitían viajar con cierta frecuencia. Las fotos del interior así nos lo indican. También pueden contemplarse estampas fotográficas de lo que fue la Casa de la Renfe o de la Sección Femenina, o el Barrio norte de los Arañones y antiguos edificios que rememoran un pasado reciente y nostálgico.
Su interior es luminoso, equilibrado y elegante, con una distribución funcional de cada uno de los espacios a partir de un vestíbulo central cubierto con una gran cúpula de fundición. Todo está perfectamente diferenciado, tanto por su estructura como por su decoración.
Historia:
La estación de Canfranc data de 1915 y forma parte del proyecto de creación de un paso fronterizo a través de los Pirineos para unir ambos países: España y Francia a través del túnel de Somport. Su construcción finaliza en 1925. Se inaugura en 1928 por el rey Alfonso XIII.
En 1931 un incendio provoca en el edificio importantes daños.
En 1936, durante la Guerra Civil, el ejército se hizo cargo de la Estación y el túnel quedó tapiado para impedir cualquier posible penetración desde Francia.
El cese de su uso se produce entre 1945 y 1949 debido al derrumbamiento del llamado puente de LÉstanguet en 1970 lo que acaba definitivamente con las comunicaciones internacionales.
La Estación Internacional de Canfranc fue declarada, por el Gobierno de Aragón, Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento, el 6 de marzo de 2002.
Pero tendría que llegara el siglo XXI para que se redacte un proyecto de restauración y por fin en 2005 la Comisión Provincial de Patrimonio Cultural aprueba la rehabilitación de Canfranc y en 2007, el Gobierno de Aragón firma un convenio con el Ministerio de Fomento para la adjudicación de 1.803.050 euros procedentes del 1% cultural y destinado a la rehabilitación de la estación.
Después llegarían las labores de limpieza, desescombro y saneamiento del inmueble además de demoliciones interiores hasta convertirse en lo que hoy es: un hermoso edificio con la misma imagen que tuvo en otros tiempos y al que pronto le darán utilidad. El pueblo de Canfranc espera con ilusión el momento.
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