Yadz está situada en el centro geográfico de Irán y es una de las ciudades más antiguas y de mayor importancia histórica. Cuenta con una población de 500.000 habitantes. Su historia se remonta a 3000 años. Esa ciudad fue centro zoroástrico durante la época safávida. El zoroastrismo fue una religión de los antiguos persas que se basa en la existencia de los dos principios divinos en lucha perpetua: uno bueno, creador del mundo y otro malo, destructor. A las gentes de Yadz se les supone una gran responsabilidad para discernir entre esos dos principios: el bien y el mal.
Los seguidores del zoroastrismo, cuando mueren, sus cuerpos eran llevados a un lugar apartado de la ciudad, sobre una colina y allí, en una especie de olla cavada en la tierra, depositaban los cadáveres para que los devoraran los buitres. Los huesos eran quemados y cubiertos de cal viva. Un lugar alucinante y rojizo por el color de la tierra del desierto, un sitio siniestro y solitario pero con un atractivo casi morboso. Son muchos los turistas que llegan allí. Escuchando las explicaciones de los guías la imaginación vuela muy lejos. A este lugar se le conoce como las Torres del Silencio.
Yadz es un ejemplo vivo de la ciudad de adobe y uno de los lugares con mayor valor patrimonial durante diferentes etapas de Persia. Al recorrer las calles de Yadz nos encontramos con un laberinto de callejuelas estrechas, adaptadas al desierto de Irán. Por esas calles transitan las mujeres, misteriosas, pero cercanas y cálidas. Suelen vestir ropas negras que las cubren por completo, aunque a sus niños los visten de vivos colores. Caminan despacio mientras se agitan sus vestidos por la brisa que se filtra por sus callejuelas. Muestran complacencia y aceptación. No se sabe si su pensamiento es libre.
En contraste con estas calles sencillas y humildes nos topamos con la Gran Mezquita de Yameh, los Imamzades, santuarios de los descendientes de Imames Chiies, cuya construcción apabulla al contemplar las filigranas de las minúsculas piezas de azulejos de un verde intenso que brilla bajo el sol. La situación de Yadz, al estar apartada de las grandes rutas, la mantuvo inmune a muchas batallas, sin embargo fue también refugio para los que huían a otras partes por mor de la invasión de Gengis Kan. A esta ciudad, cuenta la historia, llegó Marco Polo interesado por la industria de la seda.
Yadz, está incluida en la lista del Patrimonio de la Unesco desde el pasado mes de julio. Precisamente, sus casas de adobe por donde discurren sus laberínticas callejuelas son propicias para paliar las extremas temperaturas, muy frías en invierno y muy calurosas en verano. Si contemplamos Yadz a vista de pájaro nos extasiaremos con su color terroso lleno de armonía por donde emerge un bosque de cúpulas y minaretes, o torres de ventilación.
A Yadz se la conoce también por la ciudad de los y badgir, (o torres de ventilación). Estas torres, junto a sus canales subterráneos, o ganats, son las dos características más importantes de la ciudad lo que impulsó su registro en el Patrimonio Mundial. Según la propia Unesco, “Yadz es un testimonio vivo del uso de recursos limitados para garantizar la vida en el desierto y porque escapó a las tendencias a la modernización que destruyeron numerosas ciudades tradicionales de tierra”. Yadz transmite una sensación de paz secular donde, parece, no hubiera transcurrido el tiempo.
Muy interesantes para el foráneo son las citadas torres de ventilación de Yadz, concebidas inteligentemente para mantener frescos, tanto las viviendas como los alimentos. Muy significativa la torre el Bagdir del Jardín Dolatabad con 33,8 metros de altura, considerada una verdadera obra de ingeniería y una importante estructura hecha de adobe y ladrillo.
Yadz está situada entre los desiertos de Kavir y Lut donde escasean las lluvias, por tanto el sistema de canales subterráneos está conectado con depósitos refrescados por el ingenioso mecanismo de las torres de ventilación, muy famosas y muy escasas en el mundo. Y entre todas esas casas de adobe, destacan edificios religiosos como la Mezquita Yameh, del siglo XIV, de impresionante fachada y minaretes de azulejos, los más esbeltos de Irán. Sin duda, Yadz, es una ciudad histórica que sigue el modelo de urbanismo y arquitectura muy particular en el que también destacan los “jardines hundidos” situados bajo el nivel de la tierra. Todo encaminado a la adaptación al clima extremo de la zona en medio del desierto.
Son muchas y muy agradables las que el viajero descubrirá en esta antiquísima ciudad.
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