Imágenes: Javier del Real
Vuelve la tragedia clásica al escenario del Teatro Real y vuelve nuestra imaginación a ver, tal vez, lo que no se nos muestra, o lo que no se nos quiere mostrar. Lo cierto es que Idomeneo aborda lo que ya nos imaginábamos; la violencia, pero en este caso es una violencia mucho más trágica porque se trata de una violencia entre dioses y ya sabemos que cuando la ira de los dioses se despierta, se desencadenan furiosos los mares, chocan entre sí los continentes y todo se convierte en caos.
Idomeneo, una de las más mágicas partituras de Mozart recurre a la guerra de Troya, aquella épica guerra que enfrentó a griegos y troyanos. Y pareciera que de aquella guerra sólo quedaba el recuerdo cuando, de pronto, los descendientes de aquella masacre se enfrentan de nuevo en la isla de Creta. Y allí, nos imaginamos, junto al Palacio de Knosos, aquellos descendientes esperando el regreso del rey Idomeneo que ha pasado a formar parte del selecto círculo del ejército griego. Este círculo se menciona, incluso, en la Ilíada como uno de los más valientes.
Son los troyanos los que humillados se refugian en Creta mientras sufren su derrota. Idamante es hijo de Idomeneo se enamora de la hija del rey troyano Príamo, Ilia, -siempre hay alguien que se enamora de quien no debe- y ella también se enamora del hijo de su peor enemigo. Y van apareciendo esos nombres que nos transportan a nuestras lecturas más añejas: Elettra, hija de Agamenón, como no podía ser de otra manera, también aspira a la mano de Idamante. La música de Mozart se hace ruda, violenta, tan violenta como las amenazadoras aguas del mar y emergen los celos, la cólera, el atavismo más irracional, para contrariar a todo tipo de mesura o racionalidad.
Mozart quiere destacar el paralelismo entre Ilia y Elettra, estas dos mujeres que lo han perdido todo, que llegan a Creta, Ilia como prisionera y Elettra como refugiada, enamoradas del mismo hombre. La música de Mozart envuelve el interior del Coliseo en una salmodida melódica y triste. Podríamos pensar, a medida que transcurre la historia, en el conflicto entre padres e hijos, incluso en el conflicto del propio Mozart con su padre, según Robert Carsen.
Idomeneo se compone de tres actos con una duración de tres horas y quince minutos. En el primer acto la princesa troyana es capturada por las tropas cretenses. Un acto donde colisionan los amores y los malos entendidos. En el segundo acto entra en escena Neptuno al que se intenta frenar las consecuencias del drama de Idomeneo. Y en el tercer acto el Rey pone paz satisfaciendo los deseos del oráculo.
Según Matabosch, Idomeneo es una lectura ilustrada de una tragedia clásica, donde surgen los conflictos entre pueblos y las víctimas de las guerras. Y siempre el amor como hilo conductor. Pero al contrario de lo que ocurrió en Troya con su destrucción, aquí surgirá la reconciliación y el casamiento entre el griego y la troyana.
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