Colaboración: Sagrario Chamorro Argeñal
Ilustración y Publicación: Juan Flavio Orozco V.
Lo primero que hay que aceptar es que somos ignorantes, y así, quizás, logremos reconocer que hemos fracasado en nuestra lucha por eliminar las plagas de oscuridad mental: corrupción, codicia (glotonería), fachadismo y yoquepierdismo, las cuales, mantienen a nuestra América Latina en la cola del mundo "desarrollado".El mundo "desarrollado" es aquel donde todos tienen posibilidades de triunfar en la vida, que, entre paréntesis, solo es UNA. En los países "desarrollados" existe el derecho inalienable a la educación, la salud y la seguridad ciudadana; las leyes y regulaciones están basadas en los derechos y los deberes; la justicia protege a los justos y castiga el mal. En fin, donde la libertad es una oportunidad de valores por el bien común.
Todos podemos cooperar por el bien común. El bienestar no tiene clases, pues tan sabroso es un cafecito tinto en una Mansión, como en un humilde rancho. Lo más importante es la voluntad, el deseo de ser útil, el esfuerzo para derrotar la ignorancia, que nos lleva a reconocer que hay derechos inalienables con los que todo ser humano nace y que las leyes deben ser respetadas, tanto por gobernantes como por gobernados.
Si existe un mal endémico en nuestra región es la ignorancia, o sea, la falta de educación y cultura cívica, pues desde los tiempos de los caciques y luego imitado por los caudillos (dictadores o mandamases), la tesis de que el pueblo está para poblar y ellos para mandar, ha sido nuestro modus vivendi.
Es tan cierto lo anterior que, para conocer el desarrollo de un país, solo tenemos que preguntar la cantidad de horas que su niñez permanece en las escuelas. Es decir, de quienes logran gozar de ese derecho, en aquellos donde hay autocracia, sinónimo de pobreza, las horas no pasan de 4 por día, a sabiendas de que es imposible educar, preparar, culturizar cívicamente, entrenar físicamente a los alumnos, practicar deportes y mucho menos incursionar en las artes, en tan pocas horas. Por lo tanto, lo primero que los gobiernos democráticos deben hacer es incrementar el presupuesto para la educación, y así para poder aumentar las horas escolares.
Un presupuesto que debe tomar muy en cuenta un considerable aumento de remuneración a los profesores, quienes necesitan motivación y oportunidades para mejorar su preparación académica. Los sueldos escuálidos de los maestros y profesores son tan precarios, que tienen que rebuscarse otras ocupaciones, lo que no les permite concentrarse en su principal objetivo, la educación y asesoramiento de sus alumnos, que, en ciertos casos, sobrepasan el número adecuado en las aulas, y si a este hecho le sumamos al acoso de los agentes del partido de gobierno en las escuelas, la ignorancia no debe sorprendernos.
Sigamos con el tema de la corrupción, que al parecer, aceptamos como un mal común, lo cual, es muy vergonzoso, ya que dentro del sistema democrático, que se supone gobierna la mayoría de las Repúblicas Latinoamericanas, donde existen controles, valores y obligaciones, pero como esto es un proceso que nos tomará tiempo, apelamos a lo que en su tiempo dijese el primer Presidente de los Somoza de Nicaragua a uno de sus Ministros, quien lo invitó a la inauguración de su mansión: "Cuando se roba una gallina, por lo menos se esconden las plumas"
Lo más irresponsable de nuestro comportamiento es sin duda el "yoquepierdismo", esa falta de humanidad que permea todas las clases sociales de nuestra bella región: hermosa y singular, como describió a Colombia, el laureado escritor cubano-americano Montaner, en su último artículo, en relación con la aberrada declaración de guerra de los terroristas inconformes con las garantías y concesiones que suscribieran en la Habana, Cuba, con el estado colombiano.
En su mentalidad yoquepierdista, los irreconciliables "guerrilleros-narcotraficantes" ignoran las oportunidades de las leyes, que son la base de la felicidad de los países progresistas y desarrollados, al proclamar su falsa preocupación por un pueblo, que, a través de los años, y a pesar de sus actos destructivos, no ha desmayado en su lucha por mantener una democracia republicana, donde incluso ellos, han sido invitados a formar parte.
Analizando estas tragedias, tenemos que llegar a la conclusión de que todo se debe a la ignorancia. No hemos logrado afianzar nuestra educación democrática, donde el respeto al derecho ajeno, como nos lo predico el gran mexicano, Don Benito Juárez, es la Paz.
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