Ilustración y Publicación: Juan Flavio Orozco V.
Habiendo llegado Navidad, sinónimo de amor y alegría que vemos reflejado por doquier con adornos coloridos y luces, nos preguntamos si todo esto es una especie de refugio a nuestra falta de responsabilidad social, o es una aclamación de que deberíamos poner en práctica ese espíritu de convivencia y amor al prójimo todo el año.
Navidad es más que el cumpleaños de Jesús, que afectivamente para esta época los cristianos llamamos "Nino Dios", es un período del año en que el ser humano siente la necesidad de compartir, de amar, de ayudar; o sea de dar y darse. Un sentimiento para dar gracias a Jesús, que durante su presencia en nuestro mundo, predico amor, sentimiento humano sinónimo de felicidad que hoy debemos compartir con aquellos que sufren en mazmorras inhumanas, caprichos de insensatos seres humanos.
Esta insensatez es producto de algo que ha perdurado a través de los siglos, desde nuestra colonización, de nunca estar satisfechos, siempre queremos más y más… Un virus que ha venido creciendo, aun sabiendo que es un mal que no ha logrado triunfar, pero sí ha mantenido a nuestros pueblos en la pobreza y en el martirio. Los que se creen "indispensables" no se sacian, no saben cuándo retirarse, cuando decir "deber cumplido", "meta alcanzada".
Porque servir es una obligación ciudadana, es un privilegio cívico, no una oportunidad de lucro, por eso siempre hemos condenado la permanencia en el PODER, ya que el Estado es una empresa de todos y no de clanes privilegiados y, menos aún, corruptos.
Producto de lo anterior, es esa marejada humana sin precedente que en la actualidad se han visto obligados a abandonar sus hogares, como es el caso de Cuba de los 60, Nicaragua de los 80 y Venezuela de los 90 y que continua en el siglo XXI.
En nuestra actual visita a Colombia hemos presenciado familias enteras solicitando ayuda en las calles de Buga y hemos sido testigos de la reacción de los "buguenos", como se auto llaman sus residentes, lo que nos ha confirmado que en el mundo el amor todavía existe, pero más aún, produce alegría y como en la vida cuando se da, se recibe y con creces, la presencia de estos desplazados ha producido ventajas positivas para Colombia al llenar vacíos de mano de obras agrícolas en todo el territorio nacional, lo que incrementará la producción de alimentos para el consumo nacional, así como poder exportar productos que antes se importaban.
Lo mismo está sucediendo en Centroamérica, donde la avaricia y la corrupción de una "pandilla" de asesinos que se autodenominan "Socialistas del Siglo XXI" están obligando a pueblos enteros al abandono de sus hogares y tomar el camino de la incertidumbre, ya que en sus lares nativos lo que les ofrecen es persecución inhumana por el solo hecho de reclamar el derecho a vivir en libertad.
Los costarricenses, al igual que los colombianos, están recibiendo con los brazos abiertos y con amor a sus vecinos y es ahora, durante este periodo navideño, que estos nómadas hambrientos de amor, sufren ese vacío que significa perder sus hogares por el capricho de pocos irresponsables, que desgraciadamente el mundo civilizado no ha tomado la ineludible responsabilidad de aplicarles la justicia por sus crímenes de lesa humanidad.
La impunidad ha sido el mayor de nuestros males, la falta de aplicar la justicia sin privilegios alimenta a quienes, con mentes criminales, destrozan el derecho del ser humano a la felicidad, a la esperanza de un futuro, por eso es que debemos unirnos con ese espíritu navideño, con ese amor que nos asegura dignidad y convencer a quienes han triunfado en sus luchas para vivir en libertad a darnos apoyo y fortaleza para trabajar, luchar y amar en libertad.
Solo me resta desearles a cada uno de ustedes, queridos lectores, familias y amigos, unas lindas y santas navidades con un afectuoso y fuerte abrazo.
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