Miércoles, 19 Diciembre 2018 11:18

Viajando por el Valle del Cauca

Viajando por el Valle del Cauca

Alejandro Gallard

 

 

 

 

 

Ilustración y Publicación: Juan Flavio Orozco V.

El 10 de este mes comencé mi viaje anual para alejarme del invierno del norte. Esta vez, gracias a una gentil sugerencia, decidí incursionar un poco más al Sur, al famoso Valle del Cauca, del que tanto hemos leído en las luchas antidrogas de la Republica de Colombia. Pero poco de su prístina naturaleza, sus bellas y atractivas "cadenas", el exitoso ritmo musical "La Salsa" y su apetitosa "Gastronomía", patrimonio del Valle.

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La promoción turística, por lo general, se cuida de no promocionar los atractivos humanos, disfrazándolos de "servicios", ignorarlos sería un error ya que la belleza humana es la que reviste y valora los atractivos naturales, y no me refiero solamente a la belleza física, sino a esas sonrisas, a esa simpatía que emana de quienes deberíamos llamar "linda gente", lo cual presencie desde que salí del apretujado Boeing 737 de American que me transporto de Miami a Cali, la Capital del Departamento del "Valle del Cauca".

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Antes de continuar con la crónica, deseo rendir homenaje a todos y cada uno de los que tienen la delicada tarea de dar la bienvenida a una marejada de gente sofocada que, imaginativamente, me traslada a las fiestas taurinas al momento en que los toros irrumpen al ruedo y los recibe la luz del sol, que sumado a los aplausos del respetable, es lo primero que oyen y ven, como en el Aeropuerto, donde lo primero que escuchamos "Bienvenido a Colombia", con esas afectivas sonrisas que de inmediato nos hizo sentir "estoy en casa".

Como en todo aeropuerto seguimos en ordenadas filas hacia la primera faena "Inmigración" y cual sorpresa, ver a uno tras otro pasar sin dificultad hacia la siempre incomoda Aduana, ya que por lo general los agentes tienen cara de pocos amigos, pero aquí, otra sorpresa, siguen las caras sonrientes que reclaman los formularios que nos habían entregado durante el vuelo y que sugerimos sean reeditados, eliminando preguntas innecesarias, lo que le permitirá aumentar el tamaño de las letras, que son casi imposible de leer.

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Y siguen las sorpresas, vemos a los pasajeros, que por ser periodo navideño buscaban sus numerosas maletas, llevándolas a la salida, sin que nadie se les abriera para ser revisadas, gesto inteligente de las auto ridades, que saben que durante estos días festivos la Diáspora Colombiana es mayoría, y que se esfuerzan para visitar sus lares nativos utilizando sus ahorros, cargados de regalos para su familia y amigos. Este simpático gesto de los funcionarios aduanales colombianos, es muy positivo, por lo que recomendamos que otros países exportadores de migrantes, deberían seguir su buen ejemplo.

Al salir en búsqueda de mis anfitriones, recibí uno de los impactos más simpáticos en todos mis viajes, encontrarme frente a un mar de gente sonriente que saludaban con pancartas y flores a sus familiares y amigos.  Este fue mi bautizo al ingresar a Colombia, que me hace recordar a El Salvador, donde sin importar el rumbo que lleves, nunca te sientes solo.

Del aeropuerto, que está situado en la municipalidad de Palmira, mis amigos Jaramillo Botero me transportaron a su reparto campestre "Las Brisas", que dista unos 9 kilómetros de la ciudad colonial de Buga, fundada en 1579, muy cerca de los poblados La Magdalena y La Habana, donde actualmente gozo de su placidez absoluta, cobijado por montañas a uno y otro lado de la casa, donde me hospedan con clima de permanente primavera y un crique a mis pies que, junto a otros muchos, alimenta al Rio Guadalajara.

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Durante todo el trayecto me impresiono la limpieza, aunque era de noche, y también que todas las casas, por humilde que fuesen, ya tenían iluminados sus decoraciones navideñas.

Pero hay algo más que me impresiona enormemente, la cantidad de motos y bicicletas que recorren calle y carreteras a toda hora.  Para los amantes del ciclismo esta región es un atractivo para practica ese deporte, me dicen que en la ciudad de Palmira el 70 por ciento de la población se transporta en bicicleta, que sumadas las motos hacen que las calles sean pintorescas, dejando en total minoría a los automovilistas, quienes tienen que conducir muy alerta por las bicicletas y motos aparecen por todos lados.

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En las siguientes semanas seguiremos relatando las maravillas de esta región, pero antes quiero agradecer al "Señor de los Milagros", cuya devoción se concentra en la majestuosa Basílica que lleva su nombre en Buga, que es llamada "Ciudad Señora" y que atrae a millares de devotos de toda América, por haberme acogido.


 
 

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