Foto de portada: Aviointeriors
Desde que las primeras líneas aéreas empezaron a surcar los cielos del mundo, hace casi un siglo, la comodidad y seguridad de los pasajeros han sido premisas muy importantes para las mismas, inicialmente estas se esmeraban en los servicios de abordo tanto para los más pagaban al viajar en primera clase, como para el grueso de los pasajeros que se abonaban en la clase turista; hoy día se preocupan en como retribuir el valor pagado por los asientos “premium”, y en cómo sacarle más dinero a los asientos de clase económica. Los fabricantes de aeronaves, según los requerimientos y necesidades de sus clientes, entregan aviones de diferentes modelos con las variantes de configuración de cabina exigidas por las empresas y generalmente relacionadas con los tipos de cabinas, decoración, ubicación de las áreas de servicio al pasajero (galleys), baños, y accesorios para la recreación a bordo.
El tema de la distancia entre asientos pasó de ser considerado un estándar de 47-48 centímetros (18.5 a 18.9 pulgadas), a un factor de calidad o de productividad en la medida que las aerolíneas comenzaron a disminuir la distancia entre filas de asientos para poder añadir más capacidad en sus cabinas de clase turista, o a ampliar dicha distancia para crear productos nuevos y más costosos como la “economic premium” (cabina económica superior).
Sin duda que el aumento de los costos de adquisición y de operación de aviones versus la baja en el valor de los boletos influyó mucho en ese tipo de decisiones, pero el abuso de un buen número de líneas aéreas ha creado un problema de calidad de servicio, de comodidad para el pasajero y eventualmente de seguridad a bordo de las aeronaves. En 100 años de evolución del transporte aéreo se observa que la tipología de los pasajeros ha cambiado de manera particular, los nuevos pasajeros en promedio son más altos, con mayor peso, y llevan más equipaje de mano, esto hace que muchos de ellos, aún en los asientos cuya separación es de 48 centímetros, les quede ajustado para la longitud o grueso de piernas que poseen.
Otro factor muy importante es que, al ser asientos reclinables, tan pronto el pasajero del asiento delantero mueve el espaldar de su silla hacia atrás, su homólogo que va en el asiento trasero ve reducido el espacio para sus piernas y sus rodillas empiezan a ser presionadas. Si el pasajero es de la tercera edad, especialmente aquellos con movilidad reducida, puede quedar literalmente atascado en su asiento, lo cual es perjudicial para su salud al limitar la circulación de la sangre por sus piernas.
En caso de una emergencia que requiera rápida evacuación definitivamente los pasajeros que no cuentan con un espacio mínimo entre asientos requerirán de más tiempo para poder abandonar los mismos. El problema de calidad de servicio se agrava si la línea aérea tiene como política que los pasajeros pueden colocar su equipaje de mano debajo del asiento, ya que en estos casos el pasajero que haya colocado su bolso o maleta debajo del asiento delantero ha sacrificado también el espacio para poder estirar sus piernas.
Entre las muchas experiencias que me han tocado como pasajero de clase turista, recuerdo en especial una en un vuelo de Iberia, Madrid – Berlín, en el cual me asignaron un asiento donde la única posibilidad para que mis rodillas cupieran era sentarme de lado, por lo que solicité a la azafata que me cambiara de asiento, cosa difícil porque el avión iba totalmente lleno, pero que al fin se pudo concretar gracias a la buena disposición de la misma quien logró un cambio con una persona que estaba sentada en una fila con ventana de emergencia, donde el espacio entre asientos era más amplio, aunque los asientos no se podían reclinar por previsión de seguridad. Con el cambio yo logré espacio para mis rodillas y el joven que cedió su puesto obtuvo un asiento que se podía reclinar, ambos salimos beneficiados. El tema se ha vuelto complejo ya que muchas empresas cobran un recargo en el precio del boleto por el derecho de escoger su asiento en la cabina, lo cual no necesariamente garantiza que el mismo tenga más espacio entre asientos.
Otro aspecto es que en un vuelo corto de menos de una hora el pasajero puede soportar la tortura de inmovilidad en su asiento, pero si el vuelo es de mayor tiempo, y el avión de un solo pasillo, el pasajero viajará en extremo incómodo. En 2017 la Asociación Norteamericana de Derecho de los Pasajeros (Flyers Rights Association), logró que un Tribunal de Apelaciones exigiera a la Administración Federal de Aviación de USA (FAA) la regulación de la distancia mínima entre asientos, cuestión esta que llegó al Congreso de los Estados Unidos, ente que en 2018 exigió a la FAA incluyera dentro de sus nuevas regulaciones el tema de la distancia mínima entre asientos el cual hasta ahora había sido visto como un elemento de comodidad y no de seguridad y calidad.
En Europa, a pesar de que la Asociación Europea de Seguridad de la Aviación (EASA) ha recibido varias solicitudes para estudiar una posible regulación de dicha distancia mínima entre asientos, hasta ahora han desestimado las mismas.
Otros factores asociados con el problema son el tamaño del avión y el diseño de los asientos; en los aviones de cuerpo ancho tales como Airbus A380, A350, A340, A330, y Boeing B747, B787, B777, B767, generalmente destinados a largos recorridos, las líneas aéreas tienden a ser más conscientes y proporcionar mayor espacio a los pasajeros.
Por otra parte, los fabricantes de asientos han ido mejorando el diseño y materiales de los mismos, logrando disminuir el grueso de los espaldares sin desmejorar su resistencia, aspecto que puede ayudar a mejorar la calidad de vuelo del pasajero. Si se logra que las autoridades aeronáuticas de los países fabricantes de aeronaves regulen la separación mínima entre asientos de pasajeros, esto también podría ser convertido en un estándar de seguridad por la Organización Internacional de Aviación Civil (OACI).
Los pasajeros tienen derecho a que se les garantice que en cualquier avión que utilicen para vuelos nacionales o internacionales cuenten con un espacio mínimo entre asientos que les permita movilidad y comodidad.
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