Domingo, 24 Febrero 2019 17:57

Agotamiento o debilitación de un destino

Agotamiento o debilitación de un destino

Willian Bracho

 

 

 

 

Foto de portada: llmc

El agotamiento o debilitación de un destino turístico está asociado directamente a la sostenibilidad de este, sin embargo, núcleos considerados sostenibles, pueden enfrentar una coyuntura o dislocación como consecuencia de factores internos o externos ajenos a los elementos estructurales de la sostenibilidad cuales son: lo ambiental, lo económico y lo sociocultural. Las coyunturas normalmente son pasajeras, una epidemia de dengue o similar puede estropear toda una temporada debido a cancelaciones, inadecuada respuesta sanitaria en el núcleo receptor o cuarentena impuesta por las autoridades, pero luego de aplicadas las medidas correctivas, en poco tiempo y con la ayuda de estrategias comunicacionales y de marketing, el mismo volverá a la normalidad. Las dislocaciones son más graves, no hay certeza de cuanto tiempo puedan durar los efectos del hecho que causó la misma, por ejemplo, una guerra, un terremoto, tsunami, deslave o huracán de efectos devastadores, donde la infraestructura y los servicios públicos han sido severamente afectados, y su recuperación requerirá recursos públicos extraordinarios. Ejemplo de esto último fue lo sucedido en el estado Vargas de Venezuela, afectado en diciembre de 1999 por un poderoso deslave que arrasó con urbanizaciones completas, hoteles, muelles, avenidas y servicios públicos, y cuya recuperación tardó años para regresar a la normalidad.

 

Por otra parte, muchos destinos turísticos nacen de una intensa demanda producto de la calidad original de sus recursos turísticos, o de la fama creada alrededor de estos por diferentes razones tales como: haber sido escenario para la filmación de una película; haber pernoctado allí personajes famosos; o una campaña publicitaria impulsada por un hotel construido en la zona. En estos casos la sostenibilidad del destino dependerá de los esfuerzos que realicen las autoridades y los empresarios locales, con el apoyo de la comunidad, para que el ambiente no se afecte por los impactos negativos de la depredación, la contaminación o la falta de planificación, logrando que la población se integre al desarrollo del entorno y simultáneamente se vean beneficiados directa o indirectamente a través de empleo, capacitación, prestación de servicios, o aportes para mejorar la calidad de su entorno. Si las empresas dejan de ser rentables por mala administración, por excesivos tributos a autoridades locales, regionales o nacionales, o por pérdida de competitividad debido a la baja calidad de los servicios e instalaciones, entonces el destino turístico se agotará o debilitará, el patrón de demanda cambiará, los ingresos bajarán drásticamente y se afectarán las comunidades subyacentes que ya no recibirán los mismos beneficios de parte de los establecimientos turísticos. Si el ambiente es depredado y contaminado, también el núcleo receptor perderá competitividad y las empresas allí localizadas disminuirán su demanda o cambiará radicalmente la tipología de esta, afectando seriamente a sus ingresos y en consecuencia a los mencionados beneficios comunitarios.

 

Además de lo anteriormente señalado, hay que tomar en cuenta que la voraz competencia que existe entre los destinos turísticos cuyo producto es sol y playa hace que aquellos que no innovan, no remodelan o no desarrollan valor agregado que beneficie a sus instalaciones, se debilitarán y afectarán al destino turístico al cual pertenecen; si a esto se agregan otros factores tales como la imagen país, la seguridad personal en los destinos, el valor de los servicios turísticos y la calidad de estos, entonces el agotamiento o debilitamiento será más notorio cada día.

 

En México, el país latinoamericano con mayor número de visitantes extranjeros, algunos destinos han sufrido los embates de la competencia internacional y nacional; como ejemplo Acapulco que además de extrema competencia ha tenido que luchar por recuperar su imagen de destino seguro, luego de haber sido esta manchada por varios hechos criminales que afectaron a visitantes nacionales y extranjeros. Hoy día hay justificada preocupación en la Riviera Maya y Cancún, los más grande destinos turísticos mexicanos, con una oferta habitacional de más de 50.000 habitaciones, entre hoteles, apartamentos vacacionales y posadas, por la disminución substancial de la demanda, producto de varios factores tales como menor oferta de vuelos desde USA a esos destinos y merma en los niveles de seguridad personal. Habrá que ver si esta situación es una coyuntura solucionable con la búsqueda de nuevos mercados, o si existen otros problemas que atacar como el mantenimiento de la franja de playa que años tras año pierde su arena, o la modernización de las instalaciones hoteleras, entre otros.

 

Por último, también es necesario mencionar a la sobreutilización o excesiva demanda como posible causa del agotamiento del destino turístico. Tailandia ha cerrado temporalmente la playa de Maya Bay, en la isla de Phi Phi Leh, debido a la contaminación causada por el alto volumen de visitantes; también está tomando medidas en cuanto a la limitación de la capacidad receptiva de otras islas y playas con miras a la preservación ambiental de las mismas. Este tema es complejo ya que siendo los recursos naturales espacios públicos que disfrutan tanto visitantes extranjeros como nacionales, la única forma de lograr un control medianamente efectivo es bajo el esquema de parque nacional. Lo cierto es que el abarrotamiento de visitantes puede afectar negativamente al destino y su entorno ambiental, contaminándolo, desmejorando su calidad e imagen y eventualmente, generando un cambio del perfil de los visitantes tradicionales.
Recién empezada mi actividad docente, a mediados de los 70´s, solía hacer actividades de cine-foro con mis alumnos de turismo sobre los temas del programa, entre las películas seleccionadas estaba “El día que salieron los peces” producción cinematográfica que relataba la llegada a una isla del Mediterráneo muy poco poblada, una inusual cantidad de turistas, los cuales en realidad eran militares disfrazados de turistas en busca de una bomba nuclear que había caído desde un avión norteamericano en las costas adyacentes; lo cierto es que en pocas semanas la isla tenía varios restaurantes, algunas de las pocas casas existentes convertidas en improvisados alojamientos, y un sin número de vendedores de comida y souvenirs deambulando por la única calle de esta. La isla se hizo famosa durante varios meses, hasta que un día empezaron a flotar en sus playas una gran cantidad de peces muertos como consecuencia de la contaminación de la bomba nuclear, y al conocerse la noticia comenzaron a desaparecer, como por arte de magia, todos los turistas que la visitaban. Al final, la bomba fue removida por los militares americanos y estos también se fueron, retornando la isla a sus albores de sitio solitario. La comunidad aprovechó el boom, creó una estructura de servicios y se benefició de ella por casi 100 días, hasta que el tema ambiental acabó con el incipiente destino turístico.

 

 

 

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