Los momentos que vivimos en las últimas semanas, son muy confusos, pero también resultan decisivos para nuestro futuro como nación, porque definirán la estabilidad democrática, las posibilidades de crecimiento económico, el equilibrio político que requerimos y el ambiente social que atravesará el país los próximos años.
En ese contexto, decir que las decisiones que se tomen en estos días, redundarán en el desarrollo político y económico de la sociedad peruana, es tan solo describir los hechos a acontecer, pero quizás lo trascendental será sentir que finalmente pudimos solucionar una crisis que nos afecta a todos y que complica el futuro de los peruanos.
Para un mejor análisis, es imprescindible reconocer que la riqueza de un país no se calcula solamente en función de la posesión de recursos naturales o materiales. En realidad, la riqueza nacional se mide por la capacidad de adoptar las medidas necesarias para lograr la competitividad global y el desarrollo humano de su población. He aquí el principal problema a superar.
Mientras se discuten procedimientos o formas resolver una de las mayores crisis del período contemporáneo peruano, se pierde de vista que el Perú requiere de esfuerzos conjuntos y armónicos para lograr una economía sólida, que en un futuro nos pueda proporcionar una repartición equitativa de la riqueza, porque ahora los beneficiados son de unos pocos, la gente más necesitada, que es la mayoría, sigue viviendo en la misma miseria de hace muchas décadas.
Además, un desarrollo con igualdad, como el que necesita nuestra sociedad, requiere de grandes transformaciones, que rompan tradicionales tendencias y que se oriente a un proceso duradero, que apunte a un desarrollo sustentable, más equitativo y realmente incluyente.
Estuvimos creciendo durante la última década, debido a que logramos una estabilidad macroeconómica, pues hemos abierto la economía al mundo y empezado a desarrollar el sistema financiero, no obstante, el país tiene todavía una enorme brecha que reprime el crecimiento de la productividad y genera una desventaja competitiva frente a países de similar desarrollo.Que los problemas actuales no nos hagan perder de vista que el nuevo reto es lograr un crecimiento acelerado y sostenido, pero de mejor calidad que el alcanzado hasta la fecha. Más allá de la coyuntura, requerimos tener una visión completa del desarrollo.
No he pretendido describir lo sucedido ni tampoco en estas líneas realizar un análisis político, ya bastante se ha escrito, lo cierto es que muchos somos conscientes que finalmente esto no conllevará a nada bueno, pues la inestabilidad generada no ayuda a mantener el orden y el equilibrio en nuestras vidas.
Quien escribe es un peruano que contempla lo que ha sucedido en el Perú y más que preocupación por todo lo ocurrido me genera una gran angustia, al evidenciar que quienes tiene que tomar las mejores decisiones en provecho para el país parecen olvidar el fin supremo de nuestra sociedad, esto es la búsqueda del bienestar y la mejor vida de todos los peruanos. Tener una visión más completa del desarrollo quizás ayudaría a responder a ¿Qué falta por hacer?, pero además da una mejor idea de la magnitud del enorme desafío, lo cierto es que las brechas que se observan en cada uno de los sectores económicos no se va a ir cerrando automáticamente conforme el país crezca.
Por lo tanto, lo ocurrido más que una anécdota histórica, es a todas luces un acontecimiento gravitante en cuya solución no hay vencedores que ensalzar, finalmente todos son perdedores, pues más allá del razonamiento que pudiera realizarse, la sociedad no ganó nada con esa rivalidad, pues es evidente que relegaron nuevamente a quienes supuestamente defienden, ese es el sentir de muchos.
Otros Artículos del Columnista