En las últimas décadas el turismo mundial ha tenido un auge impresionante: hoy representa el 10% del ingreso y emplea uno de cada nueve trabajadores, con un total de más de 319 millones de empleos. Todo indica que a pesar de la crisis generada por el brote del coronavirus de Wuhan (China), la Organización Mundial del Turismo (OMT) mantiene sus previsiones iniciales de crecimiento de las llegadas de turistas internacionales en el mundo en 2020 entre un 3 % y un 4 %. Es previsible que el crecimiento del turismo aumentará las posibilidades de conseguir mejoras sociales, entre ellas la reducción de la pobreza, no obstante, parecería que la miseria excluye en primera instancia el hecho que los más necesitados accedan al turismo.
Entonces, es muy fácil preguntarnos si la actividad turística realmente contribuye a la sostenibilidad social, ya que cuando miramos lo que sucede en la gran parte de los destinos del país, vemos que el turismo por un lado produce empleo, pero por otro lado observamos que en muchos casos ese empleo tiene condiciones de precariedad, ya que es temporal en un alto porcentaje y con muy poca capacitación. En una sociedad como la peruana fragmentada y de múltiples realidades socioculturales, las acciones de desarrollo social (educación, salud, turismo u otra) deberían apuntar hacia la inclusión social. Lamentablemente, en la mayoría de las gestiones gubernamentales, la prioridad ha estado asignada a proyectos que benefician principalmente al "sector" más que a la comunidad. Entendido esto, deberíamos ser conscientes que el turismo, como cualquier otra actividad, puede tener efectos tanto positivos como negativos sobre las personas, en particular, sobre las personas pobres.
Por ende, el turismo orientado a la inclusión social debe implicar un enfoque hacia la disminución de la pobreza por medio de la actividad turística. Para alcanzar este objetivo, se deben tener en cuenta las relaciones con diferentes grupos de personas “pobres: propietarios agrícolas, artesanos, comunidades, ambulantes, etc. Las iniciativas que se puedan realizar, serán efectivas en tanto sean capaces de mostrar impactos contra la pobreza, lograr estrategias útiles y abordar problemas específicos. El crecimiento económico es esencial pero no es una condición suficiente para la reducción de la pobreza. En ese sentido deberán valorarse por igual la expansión de oportunidades económicas para los pobres (más renta, más empleo, más formación, más ayudas económicas, etc.) como la disminución de los factores negativos coexistentes con el estado de pobreza, sean económicos o no económicos (explotación laboral, sexual, pérdida de identidad local, etc.).
Actualmente los principales objetivos de la OMT están centrados principalmente en la promoción del turismo sostenible y la reducción de la pobreza en los países menos desarrollados, por tanto busca acelerar y fomentar la contribución del turismo (internacional y nacional) a la paz, a la comprensión, la salud y la prosperidad en todo el mundo. El turismo es considerado como un factor de progreso y crecimiento económico para los países pobres y por ende los países del Tercer Mundo representan hoy una oportunidad para disfrutar de unas vacaciones excitantes, disfrutando de bellos paisajes naturales, de una inolvidable cultura y de una diversidad ecológica. Solo resta convencernos de que el turismo es una poderosa herramienta que puede contribuir al desarrollo económico local y ayudar a la vez a reducir la pobreza porque ofrece importantes oportunidades para diversificar la economía local debido a la generación de empleo y la entrada de divisas.
Pero en países como el nuestro aspecto negativo del desarrollo turístico en entornos de pobreza es que generalmente la población local tiene muy pocas oportunidades de participar en el mercado turístico. Por ejemplo, los pasajeros de cruceros o los que se hospedan en hoteles o complejos de “todo incluido” son inaccesibles para los empresarios locales. Por lo tanto, el Estado juega un papel muy importante en el ámbito de desarrollo local y sobretodo en la inversión en capital humano. Es decir, se requiere de una serie de políticas de apoyo para que realmente el turismo sea una herramienta eficaz para la reducción de la pobreza, enfocadas principalmente en la formación del capital humano, acceso a los mercados, acceso al crédito, entre otros.,
Por último debe señalarse que la relación turismo-pobreza no siempre es fácil, al contrario resulta bastante compleja y paradójica pues no hay muchos casos de destinos turísticos exitosos que salvado superado la pobreza y el subdesarrollo. Hay que modificar el modelo del turismo, sabemos que hay destinos que están cambiando su oferta., pero todavía no es suficiente. Hay que generar un modelo socialmente más incluyente, convirtiendo al turismo en una verdadera oportunidad para el desarrollo.
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