Es muy común observar una estrecha relación entre las actividades productivas formales e informales dentro de la actividad turística nacional, dado que éstas, en muchos casos forman parte el encadenamiento para el desarrollo del producto o servicio que consumen los turistas. Lo que podríamos denominar la economía informal en el turismo está constituido por el conjunto de empresas, trabajadores y actividades que operan fuera de los marcos legales y normativos que rigen la actividad económica.
Las personas o empresas inmersas en la informalidad ven en ésta, una solución económica de corto plazo, a pesar que la actividad económica realizada tenga una serie de impedimentos, entre ellos, carecer de una protección policial o judicial, acceso al crédito formal, privarse del derecho de una pensión digna, sin excluir el estrés que genera el operar bajo un marco de ilegalidad y los costos en que puede incurrir por concepto de multas y gastos legales.
Para una integral comprensión del tema, la informalidad no debe ser atribuida solamente como un acto al margen de la ley, sino deben de evaluarse las causas que la pueden generar, entre ellas cabe mencionar que surge cuando los costos y procedimientos para incorporarse al marco legal y normativo son superiores a los beneficios que éstos conllevan, como son la ausencia de registros financieros auditados y de otros documentos, la carencia de activos que puedan ser ofrecidos como garantías tradicionales y el pequeño tamaño de sus transacciones comerciales y financieras.
Se estima que un 70% de estas empresas opera en el mercado peruano incumpliendo las normas y evadiendo el pago de impuestos, afectando así la recaudación fiscal, la calidad de los servicios y la imagen del destino Perú.
Por ejemplo, gran parte de los servicios que integran las agencias de viajes parten de personas naturales, incluidos los guías o personas que ayudan a los turistas en deportes de aventura, al punto que la gente que colabora con cargar los equipos, armar la carpa o limpiar el campamento, muchas veces en el campo, no tiene registro administrativo como contribuyente y en algunos casos, ni documento de Identidad.
La informalidad ocasiona una pérdida de dinero muy grande y una falta de seriedad hacia los turistas, muchos de los cuales terminan estafados. Fuera de las pérdidas, la informalidad causa muertes, asaltos y mucha irregularidad, lo cual desprestigia al Perú.
Otro caso es la hotelería informal que origina malestares sobre todo a los administradores de los hoteles legales del sector turístico, pues sus ingresos disminuyen como resultado de la baja ocupación y de la competencia desleal de precios.
Es frecuente que se registren denuncias por estafas y el común denominador es el incumplimiento de contratos. Esto perjudica a los turistas extranjeros, que son en su mayoría las víctimas de los inescrupulosos.
Para ello se debería proponer un plan de lucha contra la informalidad e ilegalidad, que permitirá dotar de fondos a los empresarios y formalizar a los operadores, previa identificación de las causas de dicha informalidad.
Antes que se torne en incontrolable, éste fenómeno debe ser atendido no solo desde el gobierno con políticas públicas y mecanismos eficientes; sino también debe ser atendido desde el sector privado, educando y fomentando prácticas responsables, especialmente en las micro y pequeñas empresas para trasladarse de la informalidad a la formalidad. Las soluciones están al alcance de la mano, lo que se requiere es voluntad y decisión. Se trata de reducir informalidad y crear trabajo decente.
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