En la coyuntura política actual, donde muchas personas plantean lo que el Perú podría ser en un futuro, subyace la pregunta ¿realmente cómo llegar hacia etapas de desarrollo superiores?
El gran desafío es el de transformar el crecimiento experimentado a lo largo de décadas, en un proceso duradero, que apunte a un desarrollo sustentable, más equitativo y realmente incluyente.
Sin embargo, un desarrollo con igualdad, como el que necesita nuestra sociedad, requiere de grandes transformaciones estructurales, que rompan tradicionales tendencias, especialmente en el aparato productivo, caracterizado por una diversidad que atenta contra la trayectoria de ese desarrollo.
Sin buscar entrar al detalle de las estrategias que se requieren, considero que hoy en día, la planificación es la llave que puede abrirnos la puerta de ese futuro que todos anhelamos. La opinión sobre la planificación, así como sus procesos, métodos y técnicas han experimentado cambios sustanciales, lo raro es que ningún candidato menciona el tema.
La planificación actual tiene lugar en un contexto democrático, con una sociedad exigente y muy participativa, porque la situación así lo exige, sin embargo poco se propone al respecto. Quizás el mayor reto consiste en que la planificación se consolide como un instrumento de la política de desarrollo. Ello implica el fortalecimiento de la capacidad del Estado para ejecutar un plan de transformaciones, que comprende responsabilidades para todas las instituciones: gobierno, empresas privadas, municipalidades, fuerzas armadas, universidades, organizaciones no gubernamentales y sociedad en general.
Todo esto hace necesaria la consideración del mediano y largo plazo en la elaboración de una política pública nueva y necesaria y en un mundo cada vez más globalizado. Los escenarios que se vislumbran en un horizonte plantean como tareas necesarias la planificación prospectiva y gestión pública moderna.
El reto es posicionar la prospectiva como una herramienta útil al servicio de la planificación y de las políticas para el desarrollo. La planificación del siglo XXI tiende al desarrollo integral, a diferencia de la planificación pasada que privilegiaba casi únicamente la dimensión económica.
En síntesis, para avanzar hacia el desarrollo por medio del cambio propuesto se requiere de una nueva participación del Estado, más políticas públicas de calidad y más planificación estratégica. Esta última, como ya se mencionó, es la herramienta para que países como el nuestro transiten de manera sustentable y sostenida desde la situación actual hacia una economía desarrollada, en que la igualdad sea un derecho ejercido por todos sus habitantes.
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