En momentos cercanos a una elección de congresistas y luego de un cambio de autoridades que conducen el desenvolvimiento de la actividad turística, surgen muchos especialistas con buena intención que sugieren lo que se debería realizar para un mejor manejo del sector durante el 2020, por el contrario creo que es oportuno reflexionar seriamente sobre lo que no debería hacerse, para evitar repetir algunos errores pasados. Aun reconociendo los avances del sector, creo que ya es tiempo de tomar el toro por las astas, no debe esperarse más tiempo para convertir al turismo en el principal motor de desarrollo nacional, no hay excusas, tenemos un gran potencial para realizarlo por lo que es momento de concretar la voluntad política que el tema requiere. El gran desafío es el transformar el crecimiento experimentado a lo largo de décadas, en un proceso duradero, que apunte a un desarrollo sustentable, más equitativo y realmente incluyente, lo cual es posible si hacemos lo correcto.
Seamos francos no tenemos toda la casa en condiciones de ser visitada, por ello empecemos por señalar que hablar del turismo implica, referirnos a un buen atractivo turístico y a un paquete de servicios complejos que hacen del turismo una experiencia única e inolvidable. La coyuntura exige que actuemos pensando en el Perú, por lo que el gran objetivo nacional es el desarrollo y progreso del país, en base a la toma de decisiones con responsabilidad y compromiso que nos permitan consolidar el desarrollo turístico, para lo cual es necesario dejar de pensar que lo importante es solo crecer.
Más allá de los logros de corto plazo, el país no puede dejar de definir un rumbo, que nos permita alcanzar un mañana mejor, donde podamos avizorar para todos un mejor nivel de vida y donde hayamos adquirido una gran conciencia ciudadana, que nos despoje de cualquier interés que no sea el lograr el ansiado bienestar social.
Ya es hora que el turismo sea parte de una Política de Estado que trascienda en el tiempo, donde se organicen todos los sectores involucrados en la actividad turística, ello nos posibilitará realización de metas comunes y descentralizadas, no sólo en Lima, su capital, sino en todas las regiones con potencial turístico del país, de manera que generen empleos y mejores empresarios, con proyectos que serán sostenibles y competitivos.
Otro tema, es el referido al futuro que nos espera, en medio de una difícil coyuntura nacional e internacional, debemos tener claro que el porvenir es incierto pero totalmente construible, si damos los pasos adecuados. La calidad y la competitividad que el turismo requiere, hace necesario un equilibrio entre los factores económicos, medioambientales y sociales.
No es posible conocer con exactitud el futuro, pero si es factible concebir futuros alternativos y de entre ellos seleccionar el mejor, para luego empezar a construirlo estratégicamente. Necesitamos usar una herramienta donde se vean conjugadas de manera inteligente actitudes e instrumentos de alta creatividad e innovación. Además, el contexto actual obliga a la determinación de segmentos de mercado caracterizados por sus ventajas competitivas, donde se promueva una infraestructura turística que facilite la accesibilidad (conectividad) de los turistas y se ponga en valor los recursos, atractivos, productos y destinos turísticos con mejores estándares de calidad. No es posible que subsista una desarticulación del producto turístico peruano con nuevos proyectos que logran diversificar realmente la oferta actual.
Si bien tenemos un marco jurídico que fortalece la actividad y fomenta la inversión turística, apuntalando para que ese crecimiento sea exponencial y así podamos cumplir con las metas previstas. No obstante, no se ha logrado del todo el desarrollo de nuevos circuitos turísticos, en particular los vinculados al turismo histórico-cultural, turismo de naturaleza-aventura, turismo participativo y turismo gastronómico. Ya es momento de cambiar los paradigmas, el turismo no solo debe ser un fin, sino una herramienta de desarrollo económico y social, un medio de educación y de identidad para los peruanos, un espacio de oportunidades para emprendedores, jóvenes y mujeres y un aliado eficaz para generar trabajo, oportunidades empresariales y de liderazgo propositivo.
Para evitar caer en acciones ya desarrolladas, planteo que en el Perú se requiere el impulso de productos turísticos “bandera” que comprendan rutas, circuitos o atractivos de gran significación que sirvan como polos de atracción a un destino turístico y constituyan el eje de toda la actividad turística, para lo cual son imperiosas que en su definición intervengan todos los interesados y que exista coordinación entre los niveles centrales, regional y local.
Pese a los avances en el tema, la apuesta por la calidad aún requiere de la mejora o modernización de los establecimientos y la implantación de nuevas tecnologías, que eleven la competitividad, incluyendo parámetros de gestión de calidad, siempre con el objetivo último de lograr la máxima satisfacción del cliente. En este contexto, la planificación sigue siendo la llave que puede abrirnos la puerta de ese futuro que todos anhelamos. La opinión sobre la planificación, así como sus procesos, métodos y técnicas han experimentado cambios sustanciales, pero el reto que persiste es que la nueva planificación se consolide como un instrumento de la política de desarrollo.
Un requisito para lo anteriormente mencionado es lograr el equilibrio entre las distintas necesidades y los diferentes actores participantes, generando confianza entre ellas, por ello es necesario reconocer que el proceso de consulta y consenso es un elemento de importancia crucial en la mejora de los productos turísticos.
Ha llegado el momento de dotar a los municipios potencialmente turísticos con una serie de medidas que posibiliten al visitante vivir su inolvidable experiencia turística con total garantía, para ello es crucial que los atractivos turísticos y los establecimientos privados permitan contar con las condiciones de acceso y circulación, aún a pesar de nuestro muy diverso territorio y clima.
Si esta vez hacemos bien las cosas dentro de poco estaremos en condiciones de convertir al Perú en un Destino Mundial de Turismo, desarrollando una infraestructura sostenible de primer nivel en base a circuitos turísticos y a las necesidades del turista objetivo.
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