En forma casi simultánea, mientras el Presidente uruguayo Tabaré Vázquez anunciaba el compromiso de su país en cumplir con los requisitos de la empresa finlandesa UPM para construir una mega planta procesadora de celulosa, en Abu Dhabi el presidente francés Emmanuel Macron y el Príncipe de la Corona del emirato, Mohammed bin Zayed Al-Nahyan, entre otras personalidades, inauguraban el Museo del Louvre en Abu Dhabi, llamado por muchos: “la luz del desierto”.
Ambos grandes proyectos –no carentes de un lado político- buscan dinamizar la economía de sus países. Uno, el de UPM, a través de la industria y el otro, la franquicia del Louvre, de la cultura y el turismo. Ambos tienen poco en común.
El de UPM ya ha sido profusamente discutido.
El Louvre de Abu Dhabi es el resultado de un convenio entre gobiernos que permite el uso de la franquicia Louvre por treinta años, y recibirá en préstamo obras de arte de todos los tiempos incluyendo Leonardo, Giacometti, Monet, Jean Louis David y un magnífico auto retrato de Van Gogh.
A los efectos de albergar esta colección y otra propiedad del emirato así como exposiciones temporales el “starchitec”, Jean Nouvel ideó un museo-ciudad inspirada en las tradicionales medinas árabes.
Una gigantesca apuesta al turismo que nos hace reflexionar sobre lo que pasaría si el turismo de Uruguay recibiera el apoyo económico y la atención que se le está dando a UPM.
“Seríamos la París de América” nos dijo un experimentado operador turístico aludiendo a una de las ciudades más visitadas del mundo.
Las noticias coinciden con la preocupación de este Portal sobre la estacionalidad en los destinos de sol y playa, destinos que, como primera medida, deben apuntar a mejorar su oferta cultural tal como lo señalan las tendencias mundiales.
Ya en marzo de este año habíamos propuesto en este medio y en www.nuestroturismo.com, de España con el título “Soñar no cuesta Nada”, una serie de medidas que dinamizarían notablemente el turismo en todo el país.
Por lo pronto buscando ser menos dependientes de un solo mercado y atenuar la estacionalidad, que aunque “la maten todos los días, goza de buena salud.”
Sería cosa buena que un grupo multidisciplinario de expertos tomara como base esta o seguramente otras mejores propuestas para analizar sus costos y beneficios, económicos y culturales, para que la clase política, toda, proclame menos las bondades del turismo y le preste la atención y el apoyo que se merece.
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