Hace unos días cayó en mis manos un ejemplar de la revista que fundara hace casi un siglo José Ortega y Gaset, titulada Revista de Occidente. El prestigio de esta publicación periódica fue inmenso. Hoy todavía se publica por la fundación que lleva el nombre del gran filósofo español que le dio entidad. Y mira por donde se trataba del número en el que Doble V (el sociólogo levantino y levantisco Vicente Verdú) publicó por primera vez el panfleto que tituló Elogio del turista. El 3 de junio de 1999 volvió a publicarlo bajo el mismo título en el rotativo El País, el mismo que le acogía y le sigue acogiendo. Tanto la revista como el diario son medios prestigiosos y por eso me deja perplejo que ambos publicaran el citado panfleto, el cual empieza de este jaez:
“Sube y baja de los aviones [el turista] provisto de una cartulina con los emblemas de la agencia, lleva pendiendo del hombro una bolsa o una cámara, y se ha provisto de un cinturón con cremallera donde guarda el cambio de la moneda del próximo país. Contempla las pirámides de Egipto y le decepciona su altura evocada en los libros de texto; le deslumbra, no obstante, el azul del mar de Grecia y el templo horadado en las rojas rocas de Petra. Sube inexorablemente hasta el último escalón de Chichen Itza y come sin cesar tacos de los chiringuitos, aunque siempre una comida le parece tanto más apetitosa cuanto más se acerca al auténtico sabor de su patria. Reside en Holiday´ s Inn iguales en cualquier parte del globo, y presta una atención escolar a las retóricas palabras del guía. Se afana por recordar el nombre de los museos, la designación del río más caudaloso, los pormenores de una fabulación; prepara las fotos con la misma perspectiva de las postales, en aquellos famosos lugares que visita en la excursión. Este personaje se llama turista, y hoy casi cualquier ser con estudios trata de no parecerse a él”.
A estos elegantes improperios llama Doble V elogios. Es obvio que está haciendo gala de su dizque fina ironía. Una ironía no solo fina, también tan ingeniosa que cualquier lector capta al momento sus sin duda no crípticas intenciones.
Como todos aquellos que blasonan y tratan de lucirse denostando a quienes ven como criticables por ser tan etiquetables, Doble V opone la réplica de los que ellos ven como su contrafigura. ¿Y quiénes son para ellos la contrafigura de los turistas? No gaste tiempo en averiguarlo. Se trata de los que ellos llaman viajeros, los que lo son por antonomasia. Veamos lo que alumbra sobre ellos Doble V:
“Frente a la configuración del ciudadano turista, ha crecido el viajero, orgulloso de sí. El viajero se siente un degustador de lo autóctono, un exquisito de lo natural, un devoto de la diferencia. Mientras el turista acude a constatar que el mundo es tal y como lo ha visto en la televisión, el viajero corre en busca de obtener extractos de materia desconocida. Para el turista, el mundo real tiene lugar cuando consigue acoplarse al mundo virtual representado en el cine, en las fotos, en los reportajes, y esto le sosiega en grado máximo. Antes de hacer el viaje existía el escenario representado; ahora, con su viaje, él se encontrará allí, dentro de la misma escena mítica, dispuesto para verse incorporado a la eternidad del monumento, la calle famosa, el paisaje proverbial.
Frente al turista que discurre por caminos trillados, el viajero se empeña en inaugurar senderos, sumergirse en la vida de los nativos como un nativo más y traspasar así la actitud del espectador que contempla espacios y habitantes como un entretenimiento en vacaciones. El turista se deja conducir, mientras el viajero induce, se inmiscuye, obra activamente. Es el primero, ante el segundo, un ser detestable, porque el segundo cree recuperar por su conducta el genuino sentido del desplazamiento”.
Basta de estentóreas comparanzas. Lástima que el turista sea tan viajero como cualquier viajero y que cualquier viajero sea también si poderlo remediar un turista.
La Real Academia de la Lengua se ha perdido un académico tan agudo como Doble V. Pero todavía está a tiempo para remediar tamaño error.
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