Sábado, 11 Noviembre 2017 18:34

Cuándo y Por qué llegaron los Primeros Turistas a España

Cuándo y Por qué llegaron los Primeros Turistas a España

Francisco Muñoz de Escalona

 

 

 

 

 

 

España es, desde hace unos años, lo que se llama un país turístico. Dicho de forma técnica: España es uno de los primeros destinos turísticos del mundo. Eso nadie lo duda, hay datos estadísticos que así lo demuestran. Parece que nos vamos acercando a los ochenta millones anuales de turistas extranjeros, cifra que dobla la población nacional y que, en determinados lugares, empiezan a rechazar lo que algunos tratadistas han llamado una invasión de hordas foráneas.


Pero ¿cuándo y por qué empezaron a llegar los turistas a España?


Para responder a estas dos preguntas hay que remontarse al siglo XVIII, un siglo durante el cual tuvieron lugar dos fenómenos aparentemente incongruentes: la Revolución Industrial y el romanticismo.


La Revolución Industrial se debe a la invención de la máquina de vapor por el inglés Allan Watts en 1769, lo que dio lugar a la disponibilidad de una fuerza mecánica desconocida hasta entonces con la que la producción de bienes y servicios aumentó espectacularmente y con ella la generación de riqueza.


El romanticismo fue un movimiento cultural que se originó en Alemania y en el Reino Unido a fines del siglo XVIII como una reacción revolucionaria contra el racionalismo de los ilustrados confiriendo prioridad a los sentimientos frente a la lógica. En poco tiempo el romanticismo se extendió como un reguero de pólvora por todos los países europeos y americanos. Su característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas rígidas. La libertad fue su bandera incuestionable. Como movimiento cultural y artístico se desarrolló en Europa y América durante los primeros decenios del siglo XIX. Los caracteres generales del romanticismo son: el subjetivismo, la exaltación de la personalidad individual, la frontal oposición a las normas clásicas, la valoración de la Edad Media y exaltación de las tradiciones nacionales.

 

Romanticismo

 

En el Reino Unido, país en el que surgieron, por un lado, nuevas clases adineradas, gracias a sus inversiones en explotaciones industriales, y que ansiaban imitar a la nobleza en sus viajes a otros países, prendió igualmente el movimiento romántico expresado en el gusto por lo exótico, lo raro, lo pintoresco y lo desconocido. Para ellos, España era un país enigmático, situado entre Europa y África, en el que el orientalismo latente por su largo pasado musulmán había dejado costumbres, tipos humanos y monumentos de enorme atractivo para quienes habían asumido las tendencias propias del romanticismo. Por ello, dentro de España fue la región andaluza la que más intensamente atrajo a los ingleses.


Entonces, España era el país más romántico y peculiar de Europa y pronto ejerció una atracción muy poderosa entre las clases cultas británicas.


Los Cuentos de la Alhambra de Washington Irving se publicó en 1831 y el año siguiente en Filadelfia. Irving se refiere en sus escritos al peculiar sistema de viajar por España, tan semejante al de las caravanas orientales. Los arrieros se agrupaban en convoyes para protegerse de los bandoleros. Durante el viaje entonaban coplas y canciones, narraban romances de moros y cristianos para entretenimiento de los viajeros, por lo que componían una estampa especialmente atractiva para quienes en el Reino Unido habían sido presa de ellas gracias a los libros que se publicaban, entre ellos el que escribiera el francés René de Chateaubriand titulado El último abencerraje, publicado en 1809 después de una breve visita a Granada dos años antes, una obra que tuvo un éxito inesperado gracias a la descripción que se hace de monumentos como la Alhambra y de las típicas costumbres de sus moradores. La Alhambra se convirtió en el mítico y sensual palacio más cercano a los que podían imaginar los lectores de Las mil y una noches.


A esta tradición de viajeros a España hay que añadir uno harto singular. Nos referimos a Richard Ford , un noble inglés que llegó a Cádiz con 34 años acompañado de su esposa en 1830 y que quedó profundamente impactado por las costumbres y por los monumentos primero de Andalucía y después del resto de España hasta el punto el punto de que, de vuelta a su país, dedicó varios años a escribir la primera, y según muchos, la mejor guía turística de España, publicada por el editor Murray en 1845, en dos tomos, con un total de más de mil páginas.


La guía de Ford ofrece al lector y por primera vez rutas provincia a provincia. El primer tomo cubre Andalucía, Ronda y Granada, luego Murcia, Valencia, Cataluña y Extremadura. El segundo se ocupa de León, Galicia, Asturias, las dos Castillas, las provincias vascas, Aragón, el Pirineo y Navarra.


Gracias a la guía de Ford España dejó de ser la gran desconocida. Es obvio que todas las guías turísticas de España que se publicaron a partir de ella son deudoras de la de Ford, incluso la famosa guía de Baedeker, la primera edición de la cual tuvo lugar en 1898, cuando ya la expansión del ferrocarril y de las carreteras tipo macadam ya habían hecho posible la mejora de las comunicaciones incluso en un país tan descoyuntado geográficamente como España.


España entró en el turismo moderno gracias un movimiento como el romántico que puso en valor su pintoresquismo, sus peculiaridades de todo tipo como las costumbres, el folclore, sus fiestas religiosas, su gastronomía y, por qué no decirlo, su atraso, es decir, como el país más cercano a Europa que más se parecía al enigmático oriente por su pasado musulmán.

 

Mapa Europa

 

Muchos años han pasado y mucho ha cambiado la demanda y, por ende, la oferta. Algo queda aún de aquello, pero hoy domina el turismo de las tres “S”: sun, sand, sex. Y el masivo frente al elitista de ese entonces. Los tiempos cambian y no sabemos lo que nos depara el futuro.

 

 

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