Antes de contestar a la pregunta es menester internarse en los prolegómenos de la más elemental epistemología. Instalado en ellos podríamos hacer una afirmación provocativa, esta: la realidad no existe. Lectores habrá que, sintiéndose provocados tengan la impronta de rasgarse las vestiduras. Yo les aconsejo que antes me den tiempo a procurar que logren digerir una sentencia tan rotunda.
El ser humano está dotado desde su aparición con cinco sentidos, los mismo que acompañan a todos los seres animados: oído, vista, olfato, gusto y tacto. Aunque tengan los dichos sentidos con menos perfección que otros animales, los humanos los superan porque, además, cuentan con el don de la palabra. Recordad que en el Génesis se dice que “en el principio ya existía el Verbo”, es decir, la Palabra. Gracias a ella pudieron los hombres, y las mujeres, claro, nominar las cosas que, junto a ellos, configuran el mundo, universo o cosmos. La realidad, dirán quienes intentaron rasgarse las vestiduras hace un momento. ¿Entones existe la realidad?, dirán. Y es ahora cuando tendría que hacerles ver que las palabras con las que se nombra la realidad son la formalización de las interpretaciones que elaboramos con las percepciones que tenemos a través de nuestros cinco sentidos. Pues las palabras nominadoras son meras interpretaciones de lo que llamamos realidad. Gracias a ellas todos los hablantes, cualquiera que sea su inteligencia y su formación académica, poseen, por el mero hecho de tener una lengua, una visión del mundo incluido él mismo. El idioma encierra en sí mismo, un complejo sistema de conocimientos, una sabiduría colectiva que bien podemos calificar de innata.
Superando los necesarios prolegómenos es cuando podemos acceder a intentar dar una respuesta a nuestra pregunta: ¿Es el turismo una economía en pequeño? La pregunta procede hacerla por la sencilla razón de que hasta los más conspicuos turisperitos sostienen que el turismo es tan complejo como un sistema económico completo, pero en pequeño. Y lo dicen porque, a lo largo de cerca de un siglo y medio, interpretan esa realidad a la que damos el nombre de turismo como un heterogéneo y variado conjunto de bienes y servicios que son consumidos por unos agentes específicos a los que damos el nombre de turistas. Y si tales bienes y servicios son consumidos es porque son producidos. ¿Qué cuáles son esos bienes y servicios? La respuesta de los turisperitos es que son todos aquellos que interesan o pueden interesar a los turistas. Con lo cual, implícitamente, vienen a considerar que son todos, absolutamente todos los que se producen. De aquí que no tengan más remedio que reconocer, implícita o explícitamente que la economía del turismo es, cualitativamente hablando, una economía en pequeño.
Hasta aquí, por tanto, la respuesta no puede ser otra que positiva: el turismo es una economía en pequeño.
No obstante, si es así como parece, el turismo no sería la única economía en pequeño posible. El turista es, como formularon los clásicos en los años cuarenta del siglo pasado, un consumidor, y como tal es estudiado por ellos y por la turispericia que les sigue. Pero los turistas no son el único colectivo consumidor. Basta echar una somera ojeada a nuestro entorno para que podamos identificar sin esfuerzo otros colectivos de consumidores. Los hay que consumen en zonas urbanas y los que consumen en zonas rurales. Hay consumidores infantiles, juveniles, maduros y ancianos. Hay consumidores que son del género masculino y lo hay de género femenino, incluso los que son del colectivo LSBT. En consecuencia, no tenemos más remedio que admitir que por cada uno de los citados colectivos hay otras tantas economías en pequeño.
Pero, si admitimos que el proceso expositivo que hemos seguido se atiene a las exigencias de la lógica no nos cabe otra opción que admitir que, si sostenemos que el turismo es una economía en pequeño, no habremos podido identificarlo y diferenciarlos de las demás economías en pequeño que forman parte de cualquier sistema económico. Y, por ende, no clarifica nada afirmar que el turismo sea una economía en pequeño porque hay muchas economías que también lo son.
Ergo, nuestra respuesta a la pregunta del título no puede ser más que negativa si es que con ella queremos saber lo que es y en qué consiste el turismo
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