Recién envié a la revista colombiana Turismo y Sociedad un artículo crítico con otro publicado por la citada revista. Reproduzco a continuación la parte sustancial de mi crítica: Mi artículo respondía al publicado en la revista Turismo y Sociedad por los investigadores mexicanos Celeste Nava y Marcelino Castillo en el nº 20, enero – junio de 2017 (págs. 49 – 74) bajo el título “Actualidad de la teoría crítica en los estudios de turismo”. En este artículo, uno de cuyos autores es un viejo y querido colega, se dice que la crítica en la investigación turística ha ganado terreno mediante el esfuerzo racional por la generación de conocimiento crítico que fortalece la construcción de una epistemología crítica para el turismo. En este sentido, diversos autores han colaborado en la formulación de nuevas hipótesis de investigación para heredar a la academia turística fundamentos epistémicos normativos para la disciplina.
Sostenían en su artículo los investigadores Nava y Castillo que las teorías positivistas han supuesto la existencia de una sola ciencia, leyes universales y un método científico (hipotético-deductivo) como únicos en la construcción de conocimientos, lo que implica la neutralidad del sujeto que conoce y del dato conocido, pero han fallado en identificar los fenómenos que deben ser explicados y, mejor aún, comprendidos, reexplicados y reinterpretados.
Los autores del artículo objeto de mi crítica sostenían que el turismo es una disciplina que estudia lo estudia de forma interdependiente y transdisciplinar. Por ello me planteé en el mío la siguiente pregunta: ¿Es el turismo una disciplina interdependiente y transdisciplinar? Los autores del artículo criticado rechazan el ENFOQUE positivista con el que, a juicio de ellos, se estudia erróneamente el turismo. Según ellos, hemos de renunciar a conocer el turismo como aconseja el positivismo. Si lo hacemos así es seguro que alcanzaremos la meta a la que aspiramos, el conocimiento transversal y transdisciplinario del turismo. ¿Debemos hacerlo así?
Veamos:
La interdependencia designa la existencia de una dependencia recíproca, es decir, mutua, entre dos objetos o conceptos. La interdependencia se predica a menudo de la actividad productiva, y viene a destacar que todas sus magnitudes son función de función, o, lo que es lo mismo, que el valor de cada una de ellas depende del valor que toman las demás de forma sincrónica; es decir, que, si una de ellas varía, variarán todas las demás. Aplicando este concepto a la disciplina del turismo como nos proponen Nava y Castillo me permití invitar al lector a que lo intente, y si, por ventura, alcanza a vislumbrar a qué le conduce y, además, logra explicárselo, le pediría que tuviera la bondad de hacérnoslo entendible a los demás. Nosotros lo hemos intentado, pero infructuosamente. A renglón seguido me propuse indagar el concepto de transdisciplinariedad. Lo transdisciplinario es lo que abarca transversalmente varias disciplinas superándolas a todas, habida cuenta de que su ámbito de acción es superior al de cada una de ellas.
Como es sabido, el término transdisciplinariedad es usado de varias maneras. Para unos, suele referirse a formas de investigación integradoras. Para otros, alude a la unidad del conocimiento más allá de cualquier disciplina. Finalmente hay quienes entienden la transdisciplinariedad como una familia de métodos que relacionan el conocimiento científico, la experiencia extra-científica y el conocimiento obtenido de la práctica de la resolución de problemas.
Según la primera acepción, al conocimiento del turismo se llega por medio de una investigación integradora u holística. Según la segunda, a ver el turismo en sí mismo, como una unidad más allá de todas las disciplinas que se ocupan de él. Por último, la tercera lleva a entender el conocimiento del turismo teniendo en cuenta la experiencia de todos los días y la superación de los problemas que en ella se presentan.
Por eso invité de nuevo al lector a elegir la que más le gustara y luego nos la hiciera digerible y entendible.
Al respecto, conviene poner sobre la mesa las sólidas aportaciones de Popper al conocimiento científico, así como sus consejos relacionados con el método de la ciencia. Es lo que pretendo hacer a continuación
Del positivismo a la hermenéutica en el turismo
Hasta ahora, los estudiosos del turismo estaban divididos en dos grupos. La mayoría de ellos insiste en que el turismo se estudia con ayuda de las diferentes ciencias sociales: sociología, geografía, psicología social, antropología y, aunque con extremada prudencia, economía. Pero aún quedan epígonos de Jovicic, los que están convencidos de que existe una ciencia del turismo independiente y autónoma, la llamada turismología. El racionalismo crítico de Popper destaca lo que verdaderamente importa a quienes se dedican a la investigación científica sin caer en las nuevas modas, que, si bien es cierto que el hombre es incapaz de conocer la verdad absoluta, caso de que exista, de lo que sí es capaz es de formular teorías de creciente utilidad para los fines que le interesan.
De aquí que no proceda aplicar el método hermenéutico, como proponen algunos investigadores, al conocimiento del turismo si queremos que sus resultados sean necesarios e interesados. Pues la hermenéutica, a pesar de su innegable acierto sobre la evidente relatividad del conocimiento humano, nos lleva, inexorablemente, al menos en el turismo, a un confusionismo nefasto sobre su funcionamiento real en aras de la formulación de las leyes que lo rigen, esas que nos ayudan a gestionarlo correctamente, tanto en el marco de la fértil generación de riqueza como en el de la sostenibilidad ambiental.
No ceja sino que se intensifica desde hace años el avance de las versiones cultistas, sociologistas, academicistas y subjetivistas entre los estudiosos del turismo. Cuentan ellos con una institución tan poderosa como la Organización Mundial del Turismo desde 1975, en la que están presentes todos los países del mundo representados por sus gobiernos. Las universidades han asumido plenamente la enseñanza y la formación de profesionales y de investigadores sin cuestionar la versión hegemónica, hasta el punto de que se puede decir que existe en la materia un dogma revestido de libertad de investigación.
Hasta aquí el resumen de mi artículo. Ante el mismo, el equipo de redacción de Turismo y Sociología envió al autor el siguiente pedagógico mensaje:
POR FAVOR SUSTENTE SU CONCEPTO
“El trabajo suena interesante y es a lo que la audiencia de la revista acostumbra, el problema es la falta de bibliografía para sustentar algunas de las frases. Ver algunas fallas en la redacción de los nombres como Stamford cuando es Stanford. Redactar una nueva introducción donde quede claro los objetivos del ensayo, que pretende resolver y su aplicación al Turismo. Evidentemente se trata de un artículo critico a la Nota de Celeste Nava y Marcelino Castillo. El problema con Popper es que hace una tergiversación (por medio del falsacionismo) de la Escuela de Viena, introduciendo a medias el rol de la relatividad en la epistemología moderna. La noción de realidad desparece en pos de lo que puede ser falseable, es decir percibible. Si bien Popper no es un hermenéutico, destruye la concepción epistémica de la Escuela de Viena y por ese motivo ha sido altamente criticado por Paul Feyerabend. Yo agregaría una nueva introducción, desarrollaría el texto minuciosamente de Cele Nava y luego aportaría con la discusión Popper Feyerabend para que el lector gane en comprensión. Evitar posiciones personales como mentes cándidas y eso que puede ofender a algún lector. El argumento me gusta creo que va en la dirección correcta por eso debe sonar con mayor objetividad y distancia del tema que se discute. Ciertamente la hermenéutica ha tenido muchas fallas a la hora de explicar el turismo, que finaliza en la necesidad de lo transdisciplinar, Empero ahí entra John Urry que disocia –en contraste con MacCannell- estructura de agencia. El gazing [?] es individual, y aun cuando sometido a una matriz cultural, toma diferentes formas depende la persona. Yo creo que desde ahí debe empezar la discusión del presente trabajo”.
El mensaje citado termina proponiéndome la lectura de nuevas obras, tal vez por parecerle al editor pocas o desenfocadas las que consulté para mi trabajo. Los editores, con su evaluación y con sus magistrales consejos, reflejan a la perfección los desmanes y estragos que están provocando el beato seguimiento de las modas del momento en la investigación científica. Como dice Popper, con suma claridad y con entero acierto, “en la ciencia se ha puesto hoy de moda apelar al conocimiento y a la autoridad de los expertos, y, en filosofía, denigrar la ciencia y la racionalidad. (…) Por el contrario, estas modas intelectuales son un verdadero obstáculo”. ¿Para quién y para qué? No me cabe la menor duda: para el avance del conocimiento científico. ¿Pasará de moda tan nefasta moda?
Me temo que se persistirá sin remedio en la nueva moda y solo se sustituirá por otra aun más nefasta.
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