Viernes, 05 Octubre 2018 09:36

¿De donde surge el turismo?

¿De donde surge el turismo?

Francisco Muñoz de Escalona

 

 

 

 

 

“Decíamos ayer”, comentando que hay turisperitos que publican manuales en los que sostienen sin pestañear que el turismo surge más o menos como surgen las setas en días húmedos y cálidos del otoño. Con tal motivo hubo que demostrar que el turismo no “aparece”, que el turismo se produce, y que se produce ni más ni menos que como las demás mercancías, utilizando la tecnología productiva adecuada.

 

En esta ocasión creo de interés volver a la misma cuestión después de haber leído, de nuevo, en la Revista de Economía Aplicada, nº 15, vol. V, páginas 71 a 109 (1997) la siguiente frase: “El turismo surge de la necesidad de viajar y ocupar el tiempo de ocio y de vacaciones”. La frase anterior es de los autores de un artículo titulado Economía del turismo, un panorama, Ginés de Rus Mendoza y Carmelo León González, ambos profesores de la Universidad de Gran Canaria. No es la primera vez que publico una severa crítica de este artículo, habida cuenta de que en él se expone un “panorama” del turismo que cuenta trabajo creer que los autores sean no solo economistas sino también profesores universitarios.

 

Pero volvamos a la frase para escanearla con precisión. Dejemos lo de que el turismo surge para más adelante y reparemos en la afirmación de que si existe el turismo es porque el hombre (y la mujer, claro) tienen necesidades, y que una de esas necesidades es viajar. Más adelante seguiremos con el resto de la frase, la de que también, según los autores, se presentan otras necesidades, las de “ocupar el tiempo de ocio y de vacaciones”.

 

Reconocer que el turismo cubre una necesidad es un gran acierto. En esa constatación se funda la evidencia de que el turismo es un producto, que se obtiene como los demás como ya hemos expuesto. Pero si el turismo es un producto ni “aparece” ni “surge”. Simple y llanamente, se produce, y, como se produce, el turismo ha de ser considerado como una actividad económica, una condición que los turisperitos, economistas o no, no reconocen, ni siquiera los autores del artículo citado. No es, por tanto, de extrañar, que haya algunos que sostienen que la economía tiene capacidad para explicar el turismo. De nuevo volvamos a la frase de Rus y León. ¿Necesidad de viajar? Veamos. Si el hombre tiene necesidad de viajar es porque viajando procura satisfacer otra necesidad, la de conocer otros lugares o la de adquirir algo que no tiene cerca. Ergo el turismo satisface una necesidad derivada de otra. Constatación que viene a poner de manifiesto la condición que el turismo tiene de instrumento o herramienta. Necesitamos producir y consumir turismo porque tenemos necesidades que se satisfacen con la estancia en lugares distantes o con bienes y servicios en ellos ubicados.

 

Hace poco envié a la revista Pasos, la que dirige el antropólogo Agustín Santana, un artículo titulado El turismo como herramienta, una función olvidada. En él se sostiene que “nunca se tuvo en cuenta que, además de todo eso [que el turismo atendió desde sus inicios una necesidad lúdica], el turismo es, también, una herramienta de enorme utilidad y valor de uso, pero ignorada por los estudiosos. Es una herramienta multiuso”. Esta es la función cuyas dimensiones teóricas y conceptuales se evidencian en el citado ensayo y, sorprendentemente, el señor Agustín Santana decidió no publicarlo sin adjuntar justificación alguna, lo que obviamente se debe a que la revista Pasos prefiere no difundir el pensamiento de los disidentes.

 

De nuevo volvemos a la frase que estamos escaneando para reparar en que Rus y León afirman que, además de la necesidad de viajar, el turismo satisface las necesidades de ocupación del tiempo de ocio y de vacaciones, si percatarse de que, decirlo así es caer en una redundancia. La frase continúa así: “…englobando un conjunto de actividades económicas que tienen como finalidad principal la satisfacción de los consumidores o turistas”. Frase en la que se advierte que los autores, encuadrados en la doctrina convencional del turismo, renuncian a enfocar el turismo como una actividad económica y adjudican esta consideración no al turismo sino a todas aquellas actividades productivas que aportan los factores con los que se produce el turismo.

 

Que una revista de Economía Aplicada considere publicable un artículo en el que se ignora que, como demostró Piero Sraffa (Turín 1898 – Cambridge 1983) hace más de medio siglo, las mercancías se producen con otras mercancías, es insostenible y hasta incomprensible. Por ello, que una revista, que es de antropología del turismo como es Pasos rechace publicar un artículo plenamente respetuoso y coherente con las enseñanzas del insigne economista italiano citado se comprende mucho mejor.

 

 

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