Miércoles, 02 Mayo 2018 07:37

Vive Usted en Asturias? - 2

Vive Usted en Asturias? - 2

Francisco Muñoz de Escalona

 

 

 

 

 

Hace tan solo un quinquenio, la ciudad de Oviedo era raramente conocida en el resto de España y, solo en contadas ocasiones, quienes viven fuera de Asturias la habrían elegido como “destino turístico”, por usar la expresión de los entendidos. Lo mismo puede decirse de la villa de Salas, pero con mucha más razón, por su menor entidad urbanística y escasa dotación de elementos facilitadores e incentivadores del turismo. No obstante, hoy hay que reconocer que tanto una como otra han puesto en marcha, cada una a su nivel, una política de desarrollo turístico basada en los tres pilares antes citados que, sin duda, está dando frutos significativos. La villa de Salas nunca dedicó una especial atención al hecho de que el concejo esté atravesado de este a oeste por el Primitivo Camino de Santiago, pero desde el Xacobeo del 2004 ha cambiado la actitud de los munícipes, y cada verano es posible presenciar el imparable goteo de peregrinos tanto españoles como de otras nacionalidades, europeas y no europeas, que animan el camino ante la mirada un tanto hosca todavía de los lugareños porque, para ellos, los peregrinos no son más que desconocidos cuyas intenciones ignoran.

 

Pero Salas no se limita a este renglón, del que poco espera, sino que acude a otros expedientes como son, entre otros, esos pintorescos mercados de artesanías y productos de la tierra que ha dado en llamarse “medievales” para darles más atractivos, los socorridos congresos científicos o no, los ruidosos ralis de coches de época, los encuentros de moteros o la acogida de excursionistas de la tercera edad. No en vano el eslogan que utiliza Salas es el de Villa Histórica, Artística y Cultural, un eslogan que para sí quisieran las ciudades de Salamanca o la de Toledo.

 

Oviedo ha ido aún más lejos, claro. Hace poco se puso en marcha un plan de Excelencia Turística del que, como es sabido, quienes más y mejor se benefician son los residentes, algo que es de estricta justicia, ya que son ellos quienes todos los días del año disfrutan esas posibles mejoras urbanísticas que los visitantes solo disfrutan los dos o tres días que dura su visita. La ciudad de Oviedo cuenta desde hace más de mil años con monumentos de singular belleza, los del prerrománico, que la UNESCO, convertido desde hace algunos años en cómodo expendedor de certificados de incentivación turística, declaró recientemente Patrimonio de la Humanidad. Muy pocos visitantes potenciales lo sabían. Hoy, con el regalo merecido que supone esa declaración, y con las inversiones municipales y regionales en continuas mejoras y en gastos de promoción sin duelo, las calles de Oviedo empiezan a ser hervideros de turistas, sobre todo durante los meses de julio y agosto y algunos “puentes” festivos.

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La postura de los empresarios del “sector” cambia por barrios. Mientras que unas veces se muestran descontentos con el apoyo que reciben de las Administraciones Públicas, otras expresan su desbordante satisfacción. Ejemplo de una postura tan triunfalista es la de Arturo Muñiz, quien fuera presidente de la Asociación de Hostelería de Gijón. Con motivo de la publicación del anuario 2004 de La Caixa, se supo que el número de bares, restaurantes y cafeterías de Asturias ha crecido en más de 500 nuevos establecimientos, lo que parece un contrasentido teniendo en cuenta que la población asturiana sigue disminuyendo. Pero Muñiz, que presume de ser un entendido en la materia, ni más ni menos que porque es un empresario hostelero, está convencido de que el contrasentido ya no tiene vigencia hoy como lo tuviera ayer gracias a los cambios que está experimentando, un lugar común de los más comunes entre los turisperitos. Es cierto, viene a decir Muñiz, que hasta hace poco, los establecimientos de hostelería se basaban en la demanda de los paisanos (residentes) pero hoy se basan ya en la demanda de los turistas gracias, entre otras cosas, a las políticas de potenciación turística que se está desarrollando desde las Administraciones Públicas con iniciativas como los planes de excelencia, que está dando, al parecer, buenos resultados. Para él, la saturación que padece Llanes, por ejemplo, se debe a que su oferta (“turística”, claro) es aún muy pequeña para toda la gente que recibe, con lo que está apuntando a que toda la región cuenta con una situación similar, lo que es simple y llanamente una exageración descomunal.

 

Los políticos regionales de todos los partidos, incluidos los sindicatos, piensan lo mismo que pensaba Muñiz hace años. Prueba de lo que digo fueron los mítines pronunciados en el Club de Prensa de La Nueva España durante una pasada campaña electoral. Todos, absolutamente todos, esperan que lo que llaman turismo saque las castañas de fuego a la postrada economía asturiana.

 

En un editorial del diario ovetense La Nueva España, titulado nada menos que “Un gran año del turismo en Asturias” (ver la edición del 21 de agosto de 2005) se mantiene la misma tesis, elevada a una quimérica esperanza, la de que los supuestamente beneficiosos efectos del gasto de los visitantes podrán sacar a la región del impasse en el que se encuentra desde hace algunas décadas. Es evidente que hoy los núcleos asturianos tienen más visitantes foráneos que ayer y también que mañana tendrán más visitantes que hoy, porque el marketing no deja de tener su eficacia, pero no deja de ser un sueño sin fundamento esperar de los gastos de los foráneos que cambie sustancialmente de signo la fuertemente deficitaria balanza comercial de Asturias con respecto al exterior. El editorial de La Nueva España reconocía con clarividencia que el turismo solo puede ser una solución parcial del problema económico y social asturiano. Pero este reconocimiento queda enturbiado con frases como la que sigue: “El reto no está en la cantidad sino en la capacidad para ofertar, convencer, atraer y satisfacer a un turismo con un nivel de gasto elevado”.

 

Voluntarismo y huera retórica, porque el editorialista comulga con la esperanza sin base que todos los políticos y muchos empresarios, contaminados por el triunfalismo a ultranza de los expertos, tienen puestas en el turismo, concebido como un flujo creciente y masivo de visitantes, siguiendo con ello a los del resto de España y de otros muchos países. Las cifras publicadas por el INE sobre el turismo extranjero en España han sido recibidas por el gobierno del PSOE con gran satisfacción y cierto infantilismo, porque ha crecido el número de visitantes con respecto al mismo periodo del año anterior, a pesar de que el gasto por turista sigue su tendencia decreciente hasta situarse en los 70 euros por visitante y día. Mucho se habla entre los entendidos en turismo de Calidad Total, así, con mayúsculas mayestáticas, y de turismo sostenible, pero, a la postre, todos se contentan con que las cifras de “llegadas” sigan siendo crecientes, pase lo que pase con los efectos negativos de la masificación. En junio de 2005 publiqué en la revista digital de la Universidad de Málaga “Contribuciones a la Economía” (www.eumed.net) el artículo titulado “La resistible exaltación del turismo”, a cuyo contenido remito al lector interesado en conocer mis planteamientos sobre los estudios del turismo y sus deficientes bases científicas.

 

Nunca es aconsejable basar la riqueza de una sociedad en la explotación de una sola línea productiva, pero, en el caso del turismo, mucho menos. Es cierto que la concepción teórica convencional llama turismo a un conjunto más o menos arbitrariamente seleccionado de actividades productivas. Sin embargo, entre ellas no hay ninguna que se llame producción de turismo. Pues bien, si una sociedad aspira a extraer todo el potencial que pueda tener el turismo para aumentar la riqueza y el bienestar de su gente, ha de partir de una concepción más acertada que la actual. Esta es la condición necesaria para conseguirlo. Pero aún faltaría la condición suficiente, que no es otra que la aplicación a sus inversiones del análisis coste-beneficio con todas sus consecuencias.

 

Me he referido al caso de Asturias, pero lo que digo de esta hermosa región española puede ser extrapolado a otras muchas regiones del mundo. No obstante, quisiera destacar una nota común con otras regiones pequeñas y no muy pobladas. Si usted viviera en Asturias, sea en la zona urbana central o en las rurales periféricas, se habrá dado cuenta de que ir de bares, cafeterías o restaurantes es más frecuente que en lugares con una oferta de distracciones más abundante. ¿Dónde ir en las horas de tiempo libre? La opción más a mano es la ir a tomar algo a uno de los muchos, excelentes y considerados establecimientos hosteleros que hay en cualquier núcleo urbano por pequeño que sea. En tales condiciones no tiene nada de extraño que la llegada de más de un millón y medio de visitantes al año aporte un incremento de la demanda y con él nuevas oportunidades de ingresos y beneficios. La respuesta empresarial hacia la apertura de nuevos establecimientos es correcta a corto plazo, pero el peligro de saturación de la oferta puede presagiar quiebras en cadena si las llegadas de visitantes, la población flotante, no aumentan lo suficiente como para compensar el declive sostenido de residentes, la población permanente.

 


 

 

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