Durante una de mis largas estancias en la ciudad de León, al oeste de Nicaragua, tuve la oportunidad de visitar como patrono de una fundación española el estado de los trabajos que con la ayuda de una Comunidad Autónoma se estaban ejecutando en cuatro comunidades campesinas del municipio de Telpaneca, un núcleo fundado por los españoles a principios del siglo XVII sobre un poblado chorotega preexistente.
Telpaneca tiene una población de casi 20.000 habitantes, el 80% de los cuales vive en pequeñas comunidades rurales. Se encuentra situado a 218 Km. al Norte de Managua en el departamento de Madriz. Su extensión rebasa los 350 km2. El territorio está cruzado por el río Coco que, con sus cerca de 700 km., es uno de los más largos de Centroamérica. El curso es muy sinuoso y discurre por una zona montañosa de clima tropical con estaciones muy secas y lluvias torrenciales. El río Coco es conocido también con otros dos nombres, el muy castellano de río Segovia y el nahualt de río Wanki. Transcurre por el sudeste de Honduras y el norte de Nicaragua y está formado por la confluencia de los ríos Comali (Honduras) y Tapacali (Nicaragua). Su cuenca ocupa un área de 24.767 km2. Nace cerca de la localidad hondureña de San Marcos de Colón y desemboca en el Caribe, formando un pequeño delta en el cabo Gracias a Dios. Cuando tuve la oportunidad de ver este majestuoso río aún se notaban en él y en sus riberas los estragos que en la zona causó el mortífero huracán Mitch de 1998.
La población de Telpaneca habla mayoritariamente un español enjaezado de palabras y nombres de origen nahualt, el idioma que se hablaba antes de la conquista por los soldados de la Monarquía Católica. Al parecer existen comunidades llamadas garifunas que hablan un inglés criollo trufado de términos africanos, pero yo no las conocí.
La contraparte de la fundación española que canalizaba las ayudas de Cooperación era una comunidad religiosa que llevaba varios años catequizando a los campesinos. Cuando se percató de que estos no sólo eran analfabetos sino también derrotistas, convencidos de que la miserable vida que llevaban era insuperable, decidieron poner en marcha un plan de alfabetización radiado aprovechando que no había familia por pobre que fuera que no tuviera un transistor a pilas. Cuando el plan había conseguido casi erradicar el analfabetismo milenarista decidió enseñar a los campesinos a salir de la pobreza.
Para ello construyó en la ciudad de Condega el Centro de Capacitación Las Segovias (CECASE), una institución dedicada a la capacitación de campesinos de ambos sexos en una serie de materias entre las que destacan los cultivos frutales y herbáceos, los principios de la alimentación equilibrada, rudimentos de diagnóstico de enfermedades, elaboración casera de medicamentos naturales, técnicas de defensa del medio ambiente, manualidades y autoconstrucción de viviendas, entre otros muchos rubros. Las mismas comunidades campesinas eligen a la persona que asistirá a los cursillos de capacitación de cinco días que continuamente se imparten por monitores especializados en el CECASE. Quienes han seguido los cinco módulos que conforman el programa de formación reciben el título de Técnico Agrícola Popular.
El CECASE existe desde 1995. El complejo está formado por diferentes pabellones y dos grandes salas polivalentes, dormitorios colectivos con literas, aseos y un amplio comedor en régimen de autoservicio capaz para más de cien personas. Los pabellones se encuentran rodeados por varias hectáreas de tierras dedicadas a los cultivos piloto en los que los asistentes a los cursos ponen en práctica las enseñanzas recibidas (cultivos de frijoles, maíz, caña de azúcar, hortalizas, café, agrios, achiote, etc.)
Mi visita empezó en la sede de Managua en la que se encuentra el estudio de grabación de los programas de alfabetización que se emiten por diferentes emisoras. Después de saludar al director del programa salí en dirección a Condega donde, después de cenar, fui presentado a los dos grupos de campesinos que estaban finalizando ese día su capacitación. Me explicaron las técnicas de enseñanza aplicadas y se me dio la oportunidad de dirigir unas palabras de saludo a los cursillistas. El acto se cerró con un animado coloquio durante el que pude constatar la admirable fluidez verbal de los asistentes, sin duda un buen indicador tanto de su elevado nivel de inteligencia como de la eficacia de los métodos de enseñanza utilizados por los experimentados monitores de la ONG.
Terminado el acto de recepción y bienvenida me llevaron a una habitación individual limpia, cómoda y amueblada con sobriedad donde pasé la noche. Al día siguiente, muy de mañana, antes de salir para Telpaneca, participé en un acto religioso especialmente emotivo en una de las salas de actos. Los cursillistas formaron un amplio círculo y uno de los monitores leyó unos versículos de los evangelios, concretamente el referido al tullido que se encuentra a las puertas del templo. Después de la lectura, los cursillistas fueron invitados a glosar el texto. Muchos de ellos aceptaron la invitación e hicieron comentarios en los que destacaron el paralelismo entre el tullido y la pobreza para llegar a la conclusión de que con fuerza de voluntad es posible salir de ella.
Después del desayuno, emprendimos el viaje a las cuatro comunidades campesinas de la municipalidad de Telpaneca beneficiadas por la ayuda española. La ruta que seguimos pasó por Palacagüina, el encantador lugar popularizado por la canción de Carlos Mejía Godoy que asegura que Cristo ya nació allí, en un lugar ciertamente pintoresco que no desmerece de lo que sugiere la célebre canción. En el camino hicimos una breve parada en el núcleo de Los Lirios, una comunidad campesina en formación en la que desde hace varios años se viene aplicando el programa de desarrollo y asistencia rural de la ONG. El núcleo de Los Lirios tenía ya un grado de desarrollo relativamente avanzado. Estaba formado por dos tipos de viviendas, las anteriores a la intervención del programa, sin ambientes internos separados, estaban construidas en materiales prefabricados, y las promovidas por la ONG en régimen de autoconstrucción, con tres o cuatro ambientes aislados (dormitorios, sala y cocina con hogar hecho con ladrillo cuarterón, plancha de hormigón y chimenea de tubo preconstruido, el conocido como modelo Lorena mejorado, que estaba sustituyendo al hogar tradicional, construido en barro y sin salida de humos), muros perimetrales de adobe y techo de zinc. El poblado contaba también con letrinas exentas de reciente construcción. Las viviendas tenían parterres en los que los pobladores cultivan hortalizas para el autoconsumo con técnicas aprendidas en el CECASE de Condega.
En el momento de mi visita, los pobladores de Los Lirios se dedicaban con entusiasmo a construir una iglesia con gruesos muros perimetrales de abobe. Los muros alcanzaban ya un metro y medio de altura. En los aledaños había gran cantidad de adobe dispuesto para ser mampuesto. En lo que ya se adivinaba que sería la avenida central del núcleo, otros pobladores se afanaban en dar los últimos toques a las instalaciones de un parque infantil.
Y, por fin, llegamos hasta la zona de las cuatro comunidades que se estaban beneficiando de la ayuda española: El Achiote, Las Trojas, Amucayán y Encuentros de Cuje. En cada una de ellas tuve oportunidad de conocer y charlar con la mayor parte de los campesinos, los cuales habían realizado ya las obras básicas de aterrazamiento o abancalamiento del lugar en el que se proponían vivir y donde estaban autoconstruyendo las viviendas unifamiliares y las letrinas colectivas. Junto a ellas se veían apilados los bloques de adobe elaborado con tierra, obtenida de los aterrazamientos de la tierra destinada a cultivos, y “paste”, una materia vegetal que, cuando no tienen follusca de maíz, recolectan de ciertos árboles en los que es parasitaria como en nuestras latitudes ocurre con el muérdago. Algunos pobladores se encontraban en plena faena de elaboración de adobe en el momento de la visita. Las pilas de adobe ya elaborado estaban protegidas por grandes sábanas de plástico negro para protegerlo contra los efectos de la lluvia, muy frecuente en la zona incluso en la época seca en la que hice la visita, un día durante el cual cayó un fuerte aguacero a última hora de la tarde.
Junto a las pilas de adobe, la mayor parte de los beneficiarios tenían también montones de piedras destinadas a los cimientos de las viviendas, la mayor parte eran cantos rodados, aunque vi también algunas piedras de cantería. Casi todos los beneficiarios tenían ya a su disposición las vigas y los maderos necesarios para encofrar muros y para techar. Al desplazarnos de una a otra comunidad pude ver al contraluz y por las lomas a los campesinos transportando a hombros las vigas hasta su vivienda desde el lugar donde los camiones de reparto las habían dejado.
La accesibilidad de las cuatro comunidades visitadas era harto precaria, incluso en la época seca. Gracias a las obras de mejora de caminos que se habían realizado recientemente con ayuda española, había mejorado apreciablemente, pero aún era muy precaria. Por ello los camiones con los que la ONG realiza el transporte de materiales de construcción (piedras, vigas, cemento y arena) no pueden acercarse hasta los lugares en los que se construirán las viviendas y las letrinas. Por esta razón, los beneficiarios se ven obligados a acarrearlos a mano, lo que les supone un esfuerzo agotador y muchas horas de trabajo.
Los pobladores beneficiarios de la ayuda vivían en condiciones literalmente infrahumanas. Sus moradas eran precarias construcciones hechas de vegetales o de materiales de desecho. Los hogares donde cocinaban eran de barro, como ya he dicho, y sin salida de humos. Dado que algunos de estos hogares eran de gran belleza plástica encarecí a los pobladores que tuvieran la precaución de conservar algunos de ellos junto con algunos utensilios de cocina con destino a un futuro y deseable museo etnográfico para guardar la memoria del pasado y como seña de identidad cultural de la comunidad. Entre estos utensilios debo citar algunas piezas de cerámica utilitaria, hechas por las mujeres y de singular belleza.
Como ya he dicho, el CECASE impartía cursillos de capacitación dedicados a diferentes materias. Tengo que resaltar entre estas materias o rubros un elemento ciertamente sobresaliente: la “Manzana Familiar Modelo”. Con ella se estaba introduciendo una racional ordenación de cultivos basada en una explotación familiar mínima. La manzana, aproximadamente una hectárea de terreno, se ofrecía como modelo a los participantes de los cursos de capacitación, orientado a la implantación de explotaciones para una agricultura de autoabastecimiento, modelo encaminado a una alimentación equilibrada con la que se pretendía erradicar las principales enfermedades carenciales de los pobladores. En los cursos de capacitación no se olvidaba, pues, una materia de tanto relieve en el desarrollo sustentable humano como es el conocimiento de normas prácticas sobre abastecimiento y consumo de agua potable.
Las comunidades campesinas visitadas se localizaban en una zona montañosa y en muchos casos con pendientes muy pronunciadas. Por esta razón, los beneficiarios reciben también capacitación en técnicas de abancalado de terrenos siguiendo curvas de nivel con muros de contención de piedra para conservar el suelo y luchar contra la erosión que causan las frecuentes lluvias de marzo a octubre, la época húmeda. En el mismo orden de cosas, los beneficiarios están siendo mentalizados en profundidad para que no practiquen los inveterados incendios de pastos, tan dañinos para el mantenimiento del precario equilibrio ecológico del trópico. Como especialista en desarrollo de zonas desfavorecidas nunca había conocido un plan de colonización más realista que el de estas cuatro comunidades de Telpaneca. Si existe lo que llamamos eficiencia, aquellos resultados eran la demostración palpable de que, con muy modestos recursos, se pueden conseguir impresionantes realidades en materia de desarrollo económico y social. Una apreciación crítica, sin embargo, me atreví a hacer a los monitores del CACESE y al director de la ONG: La Manzana Familiar Modelo es un instrumento que tiene capacidad para sacar de la miseria y la subalimentación a las comunidades campesinas que lo apliquen pero de ahí no van a poder pasar porque, como está orientada al autoconsumo en idénticos productos, nunca podrá promover el necesario intercambio, que, como es sabido, se basa en la especialización que acompaña al desarrollo sostenido y sostenible. Por esta razón les sugerí que la construcción y el acondicionamiento de cabañas de madera orientadas al alojamiento de vacacionistas podrían aportar los medios de pago necesarios para que los campesinos pudieran adquirir mercancías no autoproducidas. La belleza del paisaje es sin duda un factor incentivador de estancias pasajeras de turistas lo que se podría comportar como un interesante complemento de la renta familiar. Creo que no me hicieron caso. Tal vez porque, siendo como eran los monitores y el personal de la ONG tan religiosos, puede que temieran que el contacto con gente extranjera cambiara para mal las costumbres de los campesinos.
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