Hace ya bastante tiempo que la humanidad es consciente de la fragilidad de nuestro medio ambiente, y la precariedad de los recursos imprescindibles para mantener la vida en nuestro planeta. Ahora, con la celebración de la cumbre mundial en Madrid, nos han estado recriminando a todos que no hacemos lo suficiente. Hace algún tiempo, en una conferencia al respecto, insistí en que no era muy práctico seguir haciendo grandilocuentes declaraciones sobre el tema, ya que sería muchísimo más efectivo establecer unas recomendaciones que cualquier ciudadano pudiera entender y aplicar.
Los peligros son por todos conocidos, nuestro interés por el tema es evidente, pero nos faltan indicaciones sencillas, claras y prácticas con las que podamos, cada uno, apoyar un nuevo espíritu de vida, una forma que garantice nuestra supervivencia. Una lista abierta, a la que cada persona en el mundo pudiera ir añadiendo sus sugerencias y recomendaciones. Sugiero empezar con la utilización de bolsas reutilizables (como hacían nuestras madres) para ir a la compra. Fácil y entendible por todos, aplicable casi en todo el mundo, y con resultados muy perceptibles y medibles.
Y otro tema que también afecta directamente al turismo, es el consumo de agua embotellada. Hace unos meses leí en un periódico suizo, un artículo muy bien razonado, que se quejaba al respecto. Si Suiza, un país de montaña, era reconocido mundialmente por la calidad de sus aguas, porque consumía tantas cantidades de agua embotellada, a menudo importada, que costaba cara y dejaba en el país miles de toneladas de botellas plásticas innecesarias, que luego habría que destruir adecuadamente. El resultado del virus del marketing más agresivo.
Recuerdo que hay marcas hoteleras muy reconocidas, que, entre sus normas, incluyen la colocación de una fuente de agua fría, como mínimo, en el vestíbulo del hotel. Y también es costumbre establecida en muchos países, que cuando un comensal se sienta a la mesa, además de un amable saludo y una sonrisa, se le sirva un vaso de agua con hielo, sin costo alguno, al entregarle la carta. En España, en algunas zonas, el agua en los restaurantes y bares, debe ser gratuita, aunque no en todas. Muchos aun cobran por ella, en botellas de todos los tamaños. Sería mejor que los hoteleros dieran este servicio gratuito, voluntariamente, como buen ejemplo de “responsabilidad social corporativa”. O podrían poner unos botijos sobre su estante, dando la bienvenida más típica a los forasteros visitantes, al tiempo que aprovechando para darles un breve cursillo introductorio con demostraciones e instrucciones de uso.
El agua es un servicio innegable frente a una necesidad de todos los seres vivos. En muchos países, el estado tiene obligación de asegurar la potabilidad del agua del suministro general. Algunos estudios aseguran que el agua municipal es de mejor calidad que la embotellada.
La batalla del agua no la puede perder la humanidad, nunca.
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